EL TINTERO DE ORO MAGAZINE Nº 4 EL TINTERO DE ORO MAGAZINE Nº 4 | Page 22
Aunque, también he de admitir que me gusta
que me infravaloren de esa manera, para que
después quien me critica se lleve una agradable
sorpresa.
La pelea no duraría mucho, o al menos nadie
pensaba que podría alargarse más de medio mi-
nuto. Me tocaba combatir contra un hombre al-
go más joven que yo. Podría rondar la treinte-
na, pues las entradas que tenía en la cabeza y
los kilos de más, parecían delatar el clásico perfil
de un hombre recién entrado en el mundo labo-
ral y familiar. Sin embargo, sus primeros pasos
me dejaron desconcertado por unos segundos.
Sus piernas eran como dos plumas que se mo-
vían sin apenas esfuerzo. Antes de que pudiera
reaccionar, ya se había hecho con todo el espa-
cio del que disponíamos.
—Ahora verás... —añadió el hombre, emplean-
do una técnica en ataque de gran maestría.
La verdad es que me sorprendió verlo en el
gimnasio cuando entré. Su físico no era el típico
de un espadachín: flaco y medianamente alto.
Cuando pensé en lo que me estaba diciendo, me
di cuenta de que estaba pecando de lo mismo
que los demás: estaba teniendo prejuicios.
Lo miré a los ojos y me vi a mí mismo refle-
jado. Observé su anillo en el dedo y, cuando vol-
vió a atacar, me rendí ante mi propia falta de
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