El sueño de una sombra PREVIA | Page 14

14 Alexandra Di Stefano Pironti
También oíamos hablar siempre de otro padre que había vivido en esa casa hasta 1940 , Papá Eliseo , que había pintado la mayoría de los cuadros que estaban colgados en las paredes y al que todos recordaban con mucho afecto .
Además de sus cuadros , en casa había también objetos que rendían culto a su persona como su paleta de colores , que estaba guardada en una vitrina de madera dorada cerrada con llave , y su máscara mortuoria y mano derecha , hechas en bronce después de su muerte , que mi bisabuela había colocado junto a unas rosas en una cómoda de madera negra . Todo el conjunto tenía un aspecto muy tétrico , de no haber sido porque debajo de la figura de bronce habían dispuesto , con elegancia , una tela antigua de raso rojo que alegraba la decoración . Ni mi hermano ni yo teníamos permitido tocar ninguna de estas cosas .
Todo lo que había pertenecido a ese papá que no conocí se había convertido en mi máximo objeto de deseo . La máscara pesaba mucho para que yo pudiera moverla de donde estaba , pero la mano de bronce , que podía alcanzar fácilmente , la bajé y la subí de la cómoda tantas veces que ni lo recuerdo , y tuve la suerte de que nunca me pillaran . Por otra parte , una vez que descubrí dónde estaba la llave de la vitrina , en secreto y con mucho cuidado , sacaba de ella la paleta y el pincel y me colocaba una boina de medio lado para parecer más artista y , delante de uno de los cuadros de Papá Eliseo , que se encontraba sobre un caballete , fingía que estaba pintándolo yo . Si los mayores estaban distraídos , podía jugar a ser pintora durante un buen rato , pero cuando alguien me descubría se encendían las alarmas en casa , me arrancaban la paleta y el pincel de las manos y me hacían prometer que nunca más lo volvería a tocar .
« Prometo , por el Niño Jesús , que no volveré a jugar con estas cosas », me obligaba a decirle mi abuela Raquel , pero , tan