EL SEÑOR DE LAS SOMBRAS (Biografía no autorizada de Alvaro Uribe) 1 | Page 76

Tranquilandia, el golpe que la Policía colombiana dio a un gigantesco complejo coquero en las selvas entre Caquetá y Meta. Tras su incautación -ordenada por el Juzgado Primero Promiscuo del Circuito de Puerto Rico (Caquetá)- la nave fue entregada a la Policía y 11 años después, la Fiscalía Regional de Bogotá precluyó la investigación y ordenó devolverla a sus dueños, «al no haber pronunciamiento alguno por parte de autoridad judicial». Para conocer el destino de la aeronave, se localizó a Carlos Amórtegui, socio de Uribe Sierra en Aerofotos Amórtegui, quien manifestó, a través de un familiar, que perdió la pista de la nave luego de que la Policía se quedó con ella. El director de esa institución, general Luis Ernesto Gilibert, dijo que se está rastreando el paradero del helicóptero. El hombre que recibió el helicóptero -Pedro Fidel Agudelo- y el que lo reclamó en su nombre - Sigifredo Cardona Cardona - no tienen requerimientos judiciales. Tampoco los tenían Amórtegui y el padre de Uribe, en 1981, cuando lo compraron". De ese océano de palabras, dos cosas quedan en claro: una, que en el momento de la operación Yarí, el helicóptero capturado y decomisado por ser de la mafia (que entre otras cosas es el dinamitado o ametrallado en el momento en que muere Alberto Uribe Sierra), pertenecía a la familia Uribe Vélez; y dos, que el negocio que en el curso de 25 días, puso el aparato en manos del narcotráfico, fue celebrado por Jaime Uribe Vélez en representación de sus hermanos. A no ser que el helicóptero nunca se hubiera puesto en manos de la mafia sino que, en realidad, jamás hubiera salido de ellas. Las relaciones de Álvaro Uribe con el tema del narcotráfico han sido estrechas. Pero, poco a poco, cuando vio las amplias perspectivas políticas que tenía ante sí, buscó la forma de darles un tinte académico. De ahí que en el Congreso de la República fue siempre un senador convencido de la soberanía del país para juzgar a sus nacionales, inclusive cuando esa posición puso en peligro la estabilidad institucional de Colombia. En diciembre de 1989 el gobierno Barco presentó ante el Congreso un proyecto de reforma constitucional al que el país, una vez aprobado, debía convalidar por referendo. El tema se había discutido a lo largo de dos años, y tocaba puntos esenciales como el de una circunscripción electoral especial para los grupos alzados en 76