EL SEÑOR DE LAS MOSCAS | Page 48

pesadillas. Además, ni cazáis, ni construís refugios, ni ayudáis..., sois un montón de lloricas y miedicas. Eso es lo que sois. Y en cuanto al miedo... os aguantáis igual que hacemos todos. Ralph miraba boquiabierto a Jack, pero Jack no le prestó atención. - Tenéis que daros cuenta que el miedo no os puede hacer más daño que un sueño. No hay bestias feroces en esta isla. Recorrió con la mirada la fila de peques que cuchicheaban entre sí. - Merecéis que viniese de verdad una fiera a asustaros; sois una pandilla de lloricas inútiles. ¡Pero da la casualidad que no hay ningún animal...! Ralph interrumpió malhumorado: - ¿De qué estás hablando? ¿Quién ha dicho nada de animales? - Tú, el otro día. Dijiste que soñaban y que empezaban a gritar. Ahora todo el mundo habla... y no sólo los peques, a veces también mis cazadores... hablan de algo, de una cosa oscura, de una fiera o algo que se parece a un animal. Les he oído. ¿No lo sabías, a que no? Ahora escuchadme. No hay anímales grandes en las islas pequeñas. Sólo cerdos salvajes. Los leones y tigres sólo se ven en los países grandes, como África y la India... - Y en el zoológico... - La caracola la tengo yo. Ahora no estoy hablando del miedo; hablo de la fiera. Podéis tener miedo si queréis. Pero en cuanto a esa fiera... Jack calló, meciendo la caracola, y se volvió a los cazadores, que seguían portando las sucias gorras negras. - ¿Soy cazador o no? Asintieron, sin más. Pues claro que era un cazador. Nadie lo dudaba. - Pues bien... he recorrido toda la isla. Yo solo. Si hubiese una fiera ya la habría visto. Seguiréis con el miedo porque sois así... pero no hay ninguna fiera en el bosque. Jack devolvió la caracola y se sentó. Toda la asamblea prorrumpió en aplausos de alivio. Entonces alzó Piggy el brazo. - No estoy de acuerdo con todo lo que ha dicho Jack; sólo con una parte. Claro que no hay una fiera en el bosque. ¿Cómo iba a haberla? ¿Qué comería una fiera? - Cerdo. - El cerdo lo comemos nosotros. - ¡Cerdito! ¡Piggy! - ¡Tengo la caracola! - dijo Piggy indignado - Ralph, tienen que callarse, ¿a que sí? ¡Vosotros, los peques, a callar! Lo que quiero decir es que no estoy de acuerdo con eso del miedo. Claro que no hay nada para asustarse en el bosque. ¡Yo también he estado en el bosque! Luego empezaréis a hablar de fantasmas y cosas así. Sabemos todo lo que pasa en la isla y, si pasa algo malo, ya lo arreglará alguien. Se quitó las gafas y guiñó los ojos. El sol había desaparecido como si alguien lo hubiese apagado. Se dispuso a explicarles: - Si os entra dolor de vientre, aunque sea pequeño o grande... - El tuyo sí que es bien grande. - Cuando acabéis de reír, a lo mejor podemos seguir con la reunión. Y si esos peques se vuelven a subir al columpio se van a caer en un periquete. Así que ya pueden sentarse en el suelo y escuchar. No. Hay médicos para todos, hasta para dentro de la mente. No me vais a decir que tenemos que pasarnos la vida asustados por nada. La vida - dijo Piggy animadamente - es una cosa científica, eso es lo que es. Dentro de un año o dos, cuando acabe la guerra, ya se estará viajando a Marte y volviendo. Sé que no hay una fiera... con garras y todo eso, quiero decir, y también sé que no hay que tener miedo. Hubo una pausa.