- No es que haya nada malo en beber del río. Quiero decir que yo también prefiero
beber agua en ese sitio, ya sabéis, en la poza bajo la catarata de agua, en vez de hacerlo
en una cáscara de coco vieja. Sólo que habíamos quedado en traer el agua aquí. Y ahora
ya no se hace. Esta tarde sólo quedaban dos cocos llenos.
Se pasó la lengua por los labios.
- Y luego, las cabañas. Los refugios.
El murmullo volvió a extenderse y apagarse.
- Casi todos dormimos siempre en los refugios. Esta noche todos vais a dormir allí
menos Sam y Eric, que tienen que quedarse junto a la hoguera. ¿Y quién construyó los
refugios?
Inmediatamente surgió un gran bullicio. Todos habían construido los refugios. Ralph
tuvo que agitar la caracola de nuevo.
- ¡Un momento! Quiero decir, ¿quién construyó los tres? Todos ayudamos al primero;
sólo cuatro hicimos el segundo, y yo y Simón hemos hecho ese último de ahí. Por eso se
tambalea tanto. No, no os riáis. Ese refugio se va a caer si vuelve a llover. Entonces sí
que vamos a necesitar los refugios.
Hizo una pausa y se aclaró la garganta.
- Y otra cosa. Escogimos esas piedras al otro lado de la poza para retrete. Eso también
fue una cosa sensata. Con la marea se limpian solas. Vosotros los peques sabéis muy
bien lo que quiero decir.
Se oyeron risitas aquí y allá; se vieron furtivas miradas.
- Ahora cada uno usa el primer sitio que encuentra. Incluso al lado de los refugios y la
plataforma. Vosotros los peques, cuando estáis cogiendo fruta, si de repente os entran
ganas...
La asamblea entera estalló en carcajadas.
- Decía que si de repente os entran ganas, por lo menos tenéis que apartaros de la
fruta. Eso es una porquería.
Volvió a estallar la risa.
- ¡He dicho que eso es una porquería! Se pellizcó la tiesa camisa.
- Es una verdadera porquería. Si os entran de pronto las ganas os vais por la playa
hasta las rocas, ¿entendido?
Piggy alargó la mano hacia la caracola, pero Ralph negó con la cabeza. Había
preparado su discurso punto por punto.
- Tenemos que volver a usar las rocas. Todos. Este sitio se está poniendo perdido.
Hizo una pausa. La asamblea, presintiendo una crisis, aguardaba atentamente.
- Y luego, lo de la hoguera.
Ralph, al respirar, emitió un suspiro que toda la asamblea recogió como si fuese su
eco. Jack se dedicó a pelar una astilla con su cuchillo y murmuró algo a Robert, que miró
hacia otro lado.
- La hoguera es la cosa más importante en esta isla. ¿Cómo nos van a rescatar, a no
ser por pura suerte, si no tenemos un fuego encendido? ¿Tan difícil es mantener una
hoguera?
Alzó un brazo al aire.
- ¡Vamos a ver! ¿Cuántos somos? Bueno, pues ni siquiera somos capaces de
conservar vivo un fuego para que haya humo. ¿Es que no os dais cuenta? ¿No veis que
debíamos... debíamos morir antes de permitir que se apague el fuego?
Se oyeron risitas en el grupo de cazadores. Ralph se dirigió a ellos acalorado:
- ¡Vosotros! ¡Reíd todo lo queráis! Pero os digo que ese humo es mucho más
importante que el jabalí, por muchos que matéis. ¿Lo entendéis?
Hizo un gesto con el brazo que abarcaba a la asamblea entera y pasó su mirada por
todo el triángulo.
- Tenemos que conseguir ese humo allá arriba... o morir.