El Secreto de Torreón 1 | Page 7

El Secreto de la Laguna

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Ahora es mi turno. Me presento ante el jurado y comienzo con la pista. Sigo sin sentirme a gusto pero voy directo al centro y con las espuelas le indico los tiempos a mi caballo. Sigo la teoría como un ciego a su perro guía. En los primeros saltos todo sale en orden y hasta me confío un poco. Pero en el momento en que aflojo un poco las brías para poder girar al siguiente salto, mi caballo se niega a seguir mis indicaciones. En ese momento pienso en los segundos que se me añadirán de penalización. Repico al caballo para que avance y no perder ni un segundo más. Sin embargo, mi plan no da resultado y al contrario, mi caballo se encabrita más y me arroja de un salto. Mi vestimenta blanca sin una mancha, queda de inmediato cubierta de polvo y dado por vencido salgo de la pista. Algún error cometí y pasé de estar bien posicionado a una descalificación inmediata.

Los siguientes jinetes tienen buen tiempo y ya no se ven más errores como el mío. La competencia terminó muy cerrada pero al final dos regios y un lagunero se llevan los primeros tres lugares. Esto de la equitación es un deporte en el cual dos entes tienen que estar en la misma sintonía. Un error de cualquiera de los dos puede romper hasta los mejores vínculos.