de tiempo. Un clásico cuando el rock pisa gran-des teatros en vez de só-tanos, bares o boliches. De todas formas, ya la propia banda decía en la nota que nos dio (ver páginas anteriores) que no apuesta explícita-mente al agite, por lo cual no se desvaloriza su performance por este ti-po de incidentes.
Se podría decir que este show fue un volver a las raíces: en tiempos en que el rock (las bandas) a-puestan cada vez más a espectáculos súper de-sarrollados y a la partici-pación explícita del pú-blico, Los Tipitos recu-rrieron al viejo concepto de “menos es más”. Sólo una pantalla de fondo, que proyectaba sobre el logotipo “Los Tipitos” di-versas figuras multicolo-res: cascadas y olas, dia-mantes, caños y tubos arcoiris. Y la música co-mo principal arma.
Para completar un exce-lente “combo”, fue una noche con altas dosis de humor, ya que si por algo se caracterizan Los Tipi-tos es por su histrionis-mo, su admirable capa-cidad para sacar chistes y comentarios jocosos de la galera y autoparodiar-se ante cualquier “ba-che”, silencio o pifie (es-casísimos durante toda la noche).
En definitiva, una fecha con muuuuucho rock y pop, pero también con variados toques funky/disco y melancos. Algu-nas pizcas de humor o-portuno que hicieron reir bastante al público que llenó el teatro. E invita-dos acorde, que supieron resaltar la labor de un grupo de músicos obse-sivos en cada arreglo. Y es que, como la ironía de los “ojos-teta” de la por-tada de su último disco, Los Tipitos sonaron TREMENDOS.
Por Nahuel Leguizamón
PH: Magui Leiva Luque