EL RASTRO EL RASTRO - JAVIER ARMISEN | Page 12

No seguí exactamente la tradición familiar ya que aunque ando igualmente entre bichos no los curo. Soy zoólogo, especiali- zado en cánidos, en especial en el lobo ibérico, que es mi pasión. Tengo treinta y seis años y trabajo en el Instituto de Recursos Naturales y Ordenación del Territorio de la Universidad de Oviedo (INDUROT). Estoy soltero y sin compromiso, aunque hasta hace no mucho tuve una novia pero nuestra relación se rompió porque ella afirmaba (y seguramente no sin razón) que dedicaba demasia- do tiempo a mi profesión, y que fuera de ella apenas sí me intere- saba nada. La verdad es que la naturaleza me fascina. Vivo con mi madre, que enviudó hace tres años, tras la larga enfermedad de mi padre. Se llama Josefina y cocina como nadie en el planeta. Compartimos piso en la calle Gascona, en Oviedo, y puedo asegurar que con mi madre estoy que no me lo creo de bien. No es que nos veamos mucho porque habitualmen- te suelo comer fuera de lunes a viernes y los fines de semana casi siempre tengo algo que hacer, generalmente por el monte, ya sea de travesía, de acampada o simplemente haciendo fotografías de lo más variado por parajes asturianos, cántabros, gallegos o leone- ses. Generalmente me veo con mi madre a la hora de cenar, y a veces cuando me levanto. En cualquier caso, mi madre es muy independiente, tiene sus amigas y su vida. Nos llevamos muy bien si exceptuamos algunos contratiempos que por otro lado conside- ro normales en la convivencia. Tengo solo un hermano, Paco, que es el mayor de los dos. Es abogado pero anda metido en política. Ahora es concejal en el Ayuntamiento de Gijón y apenas le vemos el pelo sino es a través de los periódicos. Pero vayamos al grano. En esta historia, la protagonista absoluta es la naturaleza, y en especial el modo en que se expresa en esta tierra astur: her- mosa y salvaje aún, donde la hemos respetado un poco. Pero tam- bién tiene que ver con la realidad rural asturiana, los usos y cos- tumbres de pueblos y aldeas, y en definitiva, la vida de la gente común, que te cruzas por la calle o encuentras en el bar de cual- quier pueblo. Pero además es la historia de un hecho, en cierto –11–