A mediados de los 2000, tuvo lugar la emergencia de otra ola populista en América Latina, esta vez, por el flanco de la izquierda. Finchelstein define los regímenes de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, Rafael Correa, Evo Morales, Daniel Ortega y Néstor y Cristina Kirchner como “populismos neoclásicos de izquierda”. Las diferencias institucionales entre esos regímenes no son pocas y la mejor prueba es que, en algunos casos, como Argentina y Ecuador, han terminado por medio de sucesiones presidenciales, mientras que en otros, como Venezuela, Bolivia y Nicaragua, se perpetúan a través de la reelección indefinida. Sin embargo, los recursos del poder son muy parecidos.
No sólo en América Latina, también en Estados Unidos y Europa, gobiernos como los de Silvio Berlusconi en Italia, Donald Trump en Estados Unidos, Viktor Orbán en Hungría o Recep Tayyip Erdogan en Turquía, son proyectos políticos que actualizan el repertorio populista. Ese nuevo populismo de derecha, que Finchelstein llama “recargado”, dialoga a veces con el pasado fascista europeo y con los movimientos neoconservadores, pero su apuesta por una conducción autoritaria de la democracia occidental lo distinguen, claramente, de los totalitarismos del siglo XX.