el newsletter de la camada 87 noviembre 2013 | Page 26

terminé estrolado contra un alambre. Se me disparó y cuando encaró hacia el alambrado, pensé, “va a parar solo”, pero no. Siguió de largo, casi me mato y por suerte el hijo de una gran puta se rompió, así que nadie más tuvo que andarlo. Pero hubo algo más en esa caída; me puse de pie, hacía un frío de cagarse, y me dije: “o me pongo las pilas o termino haciendo esto toda mi vida”. Levantarme de esa caída fue bastante metafórico y simbólico. No sería la primera ni la última vez.   Ese ?n de año mi vieja intentó decirme que me quería mandar pupilo a dos alternativas. Me negué con todo, y le dije que me quedaba ahí y que si me mandaban pupilo, me escapaba.   En Quinto año empecé a salir con Dolores Lagos Mármol, con quien me casé en 1994, después de recibirme de veterinario. Ya por los noventa me la rebuscaba vendiendo caballos porque, excepto la cama, en casa no me daban un peso. Creo que a mi viejo -que también había ido al Newman- aceptar el hecho de que me habían rajado no lo digirió nunca. (NO COMETAN ESE ERROR). Pero en el fondo, me sirvió porque aprendí a laburar y estudiar a la vez y a valérmela solo en la vida desde temprano.   Un día, de pedo, conozco una veterinaria en una comida que de casualidad me pregunta qué hacía yo, y me comenta que ella era veterinaria en Qatar. Para hacer el cuento corto, le termino vendiendo una yegua para su jefe (un auténtico “sheik árabe”) que terminó siendo campeona acá y muy buena en Europa. Empecé a viajar a Qatar, Emiratos, etc, y el Príncipe éste me ofrece ser manager después de recibirme. Por ese entonces, había empezado a ir a Chile bastante, y le comento un día a uno que había pegado mucha onda que a ?n del 1994 me iría a vivir a