el newsletter de la camada 87 mayo 2014 | Page 18

Entré al Newman en tercer año, después de que se fueron varios y quedaron algunas vacantes. Hasta que entré al Newman yo sólo había cursado tercer y cuarto grado en Argentina, en un colegio de Olivos, chiquito, laico y mixto.  Los demás años los hice en distintos destinos que tuvo mi padre diplomático, todos colegios mixtos, laicos y en inglés.  Arribé al colegio porque en México conocí a la familia McCluskey que eran re-Newman, y me hablaban maravillas. Me pareció buena idea entrar. Además tenía ganas de exponerme un poco a la religión que hasta ese punto en mi vida no tenía protagonismo alguno. Para ser completamente franco, llegué al Newman y no entendía un carajo de lo que estaba pasando, ni siquiera el idioma.  Hasta el día de hoy hay ciertas expresiones que se usaban en los ochentas que sigo sin entender (“talamasa” ¿?). Nunca escuché esa expresión fuera del Newman. Mi primer día en el colegio, un flaco del “A” que no me acuerdo quién era, en un intento de socializar con “el nuevo” me preguntó algo en la clase de computación. Tenía una plantación de papas en la boca. Creo que me repitió la pregunta cuatro veces y yo seguía diciendo ¿qué?, hasta que desistió con una mirada de ¿de dónde salió este pibe?