La generación intermedia que vive la experiencia de ser cuidadora se ve también abocada a modificar sus costumbres y expectativas, a acercarse a los cambios de la ciencia y la tecnología, y a responder a los nuevos retos de la sociedad sin tener el tiempo y la disposición para hacerlo. El cuidador de la generación intermedia vive, además de los mencionados, otra serie de conflictos: aceptar roles que no ha buscado; pérdida de los que ha logrado o de la disponibilidad de tiempo y energía para ser competitivo dentro de los mismos; en algunos momentos pierde control sobre su propia vida y su entorno socio familiar, puesto que tiene que mantener y cuidar la vida de otros y, en muchos casos, no tiene tiempo suficiente para sí mismo ni para las personas menores que dependen de su sostén. No es infrecuente que el cuidador se vea sometido a dejar su trabajo porque el cuidado de su ser querido se lo exige, o que se generen relaciones deficientes con la persona cuidada que la hacen más
dependiente. Al parecer son las mujeres más que los hombres, y en especial aquellas que se encuentran en esta generación intermedia, las más propensas a sufrir de estrés en estas situaciones, lo cual hace pensar en estas personas de manera particular.
Como está descrito en la literatura, existe en las familias el denominado cuidador pretencioso que sin tomar parte en las actividades de cuidado siempre tiene una opinión de cómo se pueden hacer mejor las cosas. Éste resulta devastador para el cuidador principal por la falta de reconocimiento que su actitud genera.
Se ha documentado también que los cuidadores afrontan inmensas dificultades de soledad, incertidumbre y temor por tener que tomar decisiones sin comprender las implicaciones de éstas, y que estos cuidadores no perciben el apoyo por parte de las instituciones o profesionales de salud. La capacidad de resolver problemas parece ser esencial en estos casos, tal como se ilustra de manera detallada con la experiencia de cuidadores de personas que se recuperan de una insuficiencia cardíaca congestiva.
Por fortuna, varias propuestas novedosas para la formación profesional han comenzado a escucharse frente a estas situaciones (50), lo mismo que llamados para no ignorar aquellas condiciones del servicio que hacen particularmente difíciles las tareas de los cuidadores frente a algunos trastornos como los de bipolaridad y deterioro de la esfera cognitiva. De igual forma, resulta muy alentador contar con guías contextualizadas para el manejo del enfermo crónico en casa que tengan en cuenta tanto a los enfermos como a sus cuidadores.
Pero no todo es dificultad en el cuidado, aunque en el ámbito profesional se han establecido como parámetros de adaptaci ón y aceptación del rol la satisfacción con la salud física, con la salud emocional, con el estilo de vida, con la ejecución del rol habitual, con el soporte social, con el apoyo instrumental, con el soporte profesional y con las relaciones sociales, escuchando a los cuidadores se puede se- ñalar que es satisfactorio saber que el ser querido está entre nosotros, saber que evoluciona como
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