EL MUNDO DEL CUIDADOR 2 | Page 36

En América Latina se ha observado que las personas que tienen un familiar con enfermedad crónica tienen la obligación de desempeñarse como cuidadores, pero no cuentan con la orientación requerida. Se ha documentado de manera importante una deficiente habilidad de cuidado entre estos cuidadores familiares , pero también se han identificado en ellos fortalezas diferentes a las de otras latitudes, que pueden apoyar el servicio requerido como la disponibilidad de soporte social para los cuidadores.

En nuestros sistemas de salud el cuidador es desconocido, no se le tiene en cuenta o se considera que no sabe, y no se han generado mecanismos sólidos y colectivos para apoyarlo en su responsabilidad. De forma paradójica, cada día con mayor frecuencia el cuidador recibe nuevas delegaciones para las cuales no está capacitado. Le entregamos a un familiar enfermo o limitado porque el costo institucional de hospitalización es muy alto para las empresas prestadoras de los servicios de salud o porque no existen servicios adecuados y suficientes de cuidado a largo plazo, y el cuidador debe llevar a esta persona al hogar sin saber qué sucederá. Aunque en los últimos tiempos se menciona el fortalecimiento del cuidado en el hogar falta un gran camino por recorrer.

En los Países Bajos se ha estudiado un cuidado orientado a la demanda que pudiera ser una alternativa interesante para satisfacer la necesidad de los usuarios. Este cuidado parte del reconocimiento de los valores del receptor como algo que subyace en la solicitud. La unicidad, la comprensión, el continuar viviendo, la justicia y la autonomía, así como la relación cuidador cuidado con equidad, acompañamiento e interdependencia surgen como elementos centrales en la propuesta de interacción. Los sentimientos de reconocer a los beneficiarios a partir de un diálogo como fundamento del servicio parecen reforzar la autonomía, la autoestima y la participaci ón. Estas iniciativas que corresponden a paradigmas propios del cuidado deben ser estudiadas en nuestro contexto, en especial si se considera que el desarrollo de habilidades de cuidado exige el reconocimiento de quienes están inmersos en la experiencia.

La experiencia de ser cuidador(a) modifica la vida de las personas de manera importante. La experiencia va más allá de tener una tarea o responsabilidad por otra persona para generar una forma de vida y relación diferente consigo misma, con la persona cuidada y con el mundo.

El cuidador se ve sometido a un estrés permanente por la limitación física, psicol ógica o cognitiva para realizar su labor, la alteración de la ejecución habitual del rol, la de las interacciones sociales, la percepci ón de la falta de soporte social y de apoyo de los sistemas de cuidado de la salud, la falta de actividad, de dispersión, la alteración de la ejecución del trabajo habitual, la severidad de la enfermedad del receptor del cuidado, la cantidad de cuidado o supervisión requerida y la alteraci ón de la relación cuidador-cuidado