El Misterio de Belicena Villca El Misterio de Belicena Villca Edición 2017 | Page 96
¨El Misterio de Belicena Villca¨
controlada por una Orden militar de la Iglesia, administrada por una Sinarquía Financiera, y
gobernada finalmente por el Pueblo Elegido.
Es Formoso, el mismo Papa benedictino cuyo cadáver insepulto fue arrojado al Tíber por
el Papa Esteban VI, partidario de Lamberto de Espoleto, en venganza por que aquél nombrase
Emperador a Arnulfo, quien nombra a Bernón para emprender la gran misión. Bernón era un
monje benedictino de noble linaje borgoñón, cuya influencia sobre el duque Guillermo I de
Aquitanía fue aprovechada para convencer a éste sobre la conveniencia de fundar el
monasterio de Cluny. En el año 910 el mismo Bernón toma la dirección del monasterio y da
principio a la Concentración del Conocimiento: se reúnen allí los principales libros y
manuscritos que la Orden poseía en distintos monasterios y se constituye una Elite Golen
dedicada a la copia de documentos y al estudio de la “Arquitectura Sagrada”. Desde luego, la
Elite Golen, denominada internamente “monjes clérigos”, habría de ocuparse con exclusividad
de su tarea y tendría que abandonar la tradicional norma benedictina de compartir los trabajos
de mantenimiento del monasterio y la producción de alimentos: en este sentido, se reforma la
Regla benedictina y se crea la institución de los “monjes laicos” para desempeñar la honrosa
función de mantener a los Golen. Durante el mandato de su segundo abad, San Odón, ya
comienzan a verse los frutos de la reforma: primero se difunde la fama sobre el ascetismo y la
perfección alcanzada por la reforma cluniacense, lo que atrae la curiosidad de otros
monasterios y causa la admiración del pueblo; luego se envían grupos de monjes
especialmente entrenados a los monasterios que lo requieren, para iniciarlos en la reforma: a
los miembros del pueblo se los selecciona cuidadosamente para incorporarlos a la Elite de los
monjes clérigos o encargarlos de las tareas propias de los monjes laicos; después se
inauguran monasterios sometidos a la jurisdicción de Cluny, a los que se extienden sus
derechos de autonomía e independencia. En ese punto, Cluny era una Congregación por
derecho propio. Y quien más entusiastamente apoya a San Odón con una bula en el año 932
es el Papa benedictino Juan XI, hijo bastardo del Papa Sergio III y de Marozia de Teodora,
célebre asesina de la Época.
Tras ciento cincuenta años de actividad, la Congregación de Cluny cuenta con dos mil
monasterios distribuidos principalmente en Francia, Alemania e Italia, pero también en
España, Inglaterra, Polonia, etc.; sin incluir los restantes miles de monasterios benedictinos
que han adoptado la reforma cluniacense pero que no dependen del Abad de Cluny. A
mediados del siglo XI la Orden ha conseguido transformar eficazmente la Cultura europea:
bajo el manto intelectual de los benedictinos de Cluny se han formado los gremios de masones
operativos que demostraron su pericia en el arte de la construcción “románico” y que ya están
listos para lanzar la revolución del “gáulico”, mal llamado gótico; atrás de ese movimiento,
naturalmente, está el Colegio Secreto de Constructores de Templos. Pero también se ha
logrado plantar en el corazón de los señores feudales la semilla del sentimentalismo, del
arrepentimiento y de la piedad cristiana: los “pecados” pesan cada vez más en el Alma del
Caballero y requieren el alivio de la confesión sacerdotal; se acepta morigerar la conducta
guerrera mediante la “paz de Dios” y la “tregua de Dios”, determinadas por los Sacerdotes; se
moraliza a los guerreros germanos con los principios judaicos de la Ley de Dios, del Temor a
la Justicia de Dios, etc. Como resultado de esto surge una clase especial de Nobles y
Caballeros que, sin perder su valor y audacia, pero respetuosos de Dios y de sus
representantes, están condicionados para arrojarse ciegamente a cualquier aventura que les
señale la Iglesia.
Los planes de la Fraternidad Blanca se van cumpliendo en todas sus partes. En el año
1000, luego de haber atemorizado a Europa con la “proximidad del Juicio Final”, los Golen
avanzan un gran paso al exponer al Emperador alemán su proyecto de reconstrucción del
Imperio Romano de Occidente con capital en Roma y conseguir que éste acepte desplazar la
capital del Imperio de su base alemana: aunque tal proyecto no se concretaría, la idea ya
estaba lanzada e influiría durante doscientos cincuenta años en los objetivos imperiales del
reino alemán. Los detalles de ese plan se acuerdan entre el Rey Otón el Grande y el Papa
Golen Silvestre II, cuyo nombre era Gerberto de Reims. Y en ese plan del año 1000, en el
compromiso que asumía el Emperador de “luchar contra los infieles”, especialmente contra los
sarracenos de España, mediante una “Milicia de Dios”, estaban claramente esbozados los
conceptos de las Cruzadas y de las Ordenes militares cien años antes de su realización.
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