El Misterio de Belicena Villca El Misterio de Belicena Villca Edición 2017 | Page 86
¨El Misterio de Belicena Villca¨
colaboradores del Pacto Cultural. Y esa convicción los decidió a confiarles una importantísima
misión, una empresa que requeriría su intervención dinámica en la Historia. El cumplimiento de
los objetivos propuestos por los Demonios redundaría en beneficio de los levitas, ya que les
permitiría avanzar cada vez más en el conocimiento de la Cábala acústica. ¿Qué clase de
misión les habían encomendado los Demonios? Una tarea que tenía directa relación con sus
deseos: serían ejecutores del Pacto Cultural; trabajarían para neutralizar las construcciones
megalíticas de los Atlantes blancos, tratarían de recuperar las Piedras de Venus, combatirían a
muerte a los miembros del Pacto de Sangre, y colaborarían para que el plan de la Fraternidad
Blanca, consisten te en instaurar en Europa la Sinarquía del Pueblo Elegido, pudiese llevarse a
buen término. Pero los Golen, en el fondo, seguían siendo Sacerdotes levitas, hijos del Pueblo
Elegido, y ahora poseedores de la “Sabiduría Divina” de YHVH, la Hokhmah; por eso su
fundamental ocupación, el objetivo principal de sus desvelos, sería teológico: Ellos
intentarían unificar los Cultos, demostrando que, “tras la pluralidad de los Cultos”,
existía “la Singularidad de Dios”; que, desde entonces, se debería cumplir
rigurosamente con el Sacrificio del Culto. “Porque, cualquiera que fuese la forma del
Culto, «el Sacrifico es Uno», vale decir, el Sacrificio participa de El Uno”.
A partir del siglo V, están ya los celtas y los Golen recorriendo Europa hacia el Oeste. Los
Galos fueron los que se unieron a Amílcar Barca e impidieron que Roma auxiliase a Tartessos;
luego se unirían a Amílcar Barca en la invasión de Italia; pero mucho antes, en el siglo IV,
habían humillado a Roma y destruido el Templo de Apolo, en Delfos. Julio César, en su
célebre campaña de las Galias, consigue someterlos definitivamente al control de Roma en 59
A.J.C.; Augusto divide a la Galia transalpina en cuatro provincias: la Narbonense, la Aquitania,
la Céltica o Lionesa, y Bélgica. Los Golen, que detentaban gran poder sobre todos estos
pueblos, comienzan a retirarse poco a poco de las provincias romanas, incluso seguidos por
algunos contingentes celtas: pasan primero a Gran Bretaña, o “Britania”, pero el objetivo final
es Irlanda, o sea “Hibernia”. En los primeros siglos de la Era cristiana no son muchos los
Golen que se mueven libremente por Europa: en el siglo IV, cuando se castiga con la pena de
muerte la práctica de los Cultos paganos, ya no parece haber Golen en las regiones romano
cristianas. De hecho, para entonces las Galias e Hibernia están totalmente romanizadas y, en
las regiones que aún se practica el paganismo, los misioneros católicos derrumban los templos
paganos, a veces árboles centenarios, y ponen en fuga a los Golen. Invariablemente, estos
parten hacia Gran Bretaña e Irlanda.
La llegada de los bárbaros en el siglo V no les brinda una oportunidad de reimplantar su
poder pues estos pueblos son cristianos arrianos y de Raza germánica, tradicionalmente
enemistada con los celtas que los consideran también barbarii. Así, en el Reino visigodo de
España, los Señores de Tharsis recogerán entonces la impresión de que, al fin, los Golen han
desaparecido de la Tierra. Empero, estaba por ocurrir todo lo contrario, pues en poco tiempo
los Golen protagonizarían el regreso más espectacular. Sí, porque los Golen no retornaban a
Europa para cumplir su antiguo rol de Sacerdotes paganos del Dios Uno, para cumplir la
misión de unificar los Cultos en el Sacrificio ritual: ahora corrían otros tiempos; de aquella
misión se ocuparían directamente los miembros del Pueblo Elegido, quienes ofrendarían a El
Uno el Sacrificio de toda la Humanidad Gentil o Goim. La Fraternidad Blanca había
encargado a los Golen, en cambio, el desempeño de una función superior, una ocupación que
favorecería como nunca la unificación de la humanidad. Por eso ellos no volvían esta vez
como Sacerdotes paganos sino como “Cristianos”; y no sólo como “Cristianos” sino como
“católicos romanos”; y no sólo como católicos sino como “monjes misioneros” de la Iglesia
Católica; y luego serían considerados “constructores sabios” de la Iglesia, título absurdo
cuya mención iba a arrancar risas irónicas a los Hombres de Piedra.
Es ésta una larga historia que aquí sólo puedo resumir, y que tiene su principio en los
planes de la Fraternidad Blanca. Los Dioses Traidores, para cumplir sus pactos con el Dios
Creador y las Potencias de la Materia, debían favorecer el Control del Mundo por parte del
Pueblo Elegido. Para ello sería necesario afianzar definitivamente el modo de vida materialista
fundado en el Pacto Cultural, vale decir, sería necesario afianzar el Culto en las sociedades
germano romanas recientemente formadas en Europa. Y la mejor manera de afianzar el Culto,
tal como se desprende de lo que expuse en el Tercer Día, es formalizarlo y plasmar esa forma
en las masas; centrar a la sociedad en torno a la forma del Culto. ¿Dónde comienza la forma
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