El Misterio de Belicena Villca El Misterio de Belicena Villca Edición 2017 | Page 78
¨El Misterio de Belicena Villca¨
el centro del Santuario, se hallaba la sacra mensa del Altar y, sobre ella, los instrumentos del
Culto: el Cáliz, la Patena, y la Lámpara Perenne.
El momento culminante de la Misa de los Fieles, tiene lugar inmediatamente después de
que el Sacerdote pronuncia las palabras que instituyen la Eucaristía: entonces recita la
epíclesis, una invocación al Espíritu Santo solicitando su concurso para propiciar el milagro de
la trasmutación del Pan y del Vino, y corre una cortinilla que deja expuesta, a la vista de
los fieles, la Divina Imagen de la Virgen. Los Fieles estaban absortos en la Contemplación:
la Escultura de la Virgen es de madera pintada, de pequeñas dimensiones: setenta
centímetros de alto, treinta de ancho y treinta de profundidad; se halla sentada, en actitud
majestuosa, sobre una Cátedra también de madera; el rostro es de bellas facciones
occidentales, puesto que reproduce a una de las Damas de Tharsis, y sonríe suavemente
mientras sus ojos se dirigen fijos hacia adelante; el cabello cae en la forma de dieciséis
trenzas finamente talladas, que surgen inmediatamente por debajo de la Corona; porque tanto
Ella, como el Niño, exhiben los atributos de la Dignidad Real: ambas Coronas son triples y
octogonales; en cuanto al Niño, se halla sentado en su regazo, sobre la rodilla izquierda, en
tanto Ella amorosamente, lo sostiene del hombro con su mano izquierda: a diferencia de la
Escultura de la Virgen, que es de madera pintada, la del Niño es de Piedra Blanca; Virgen de
Madera, Niño de Piedra: el Rostro de la Virgen está pintado de Blanco inmaculado, el Cabello
de Oro, el Cuerpo de Rojo y la Cátedra de Negro; con la mano derecha, la Virgen empuña un
haz de dieciséis Espigas de Trigo y una Vara, con la mano izquierda sostiene al Niño; sus pies
están separados, así como sus rodillas, y bajo el pie derecho se ve, aplastada, asomar la
cabeza de una serpiente; el Niño Kristos Rey, por su parte, mira fijamente hacia adelante, en la
dirección que mira su Divina Madre, y tiene un libro en la mano izquierda mientras con la
derecha realiza un gesto que destaca el ángulo recto entre los dedos índice y pulgar.
Es evidente por qué a esta adoración se daba el nombre de “La Virgen Blanca del Niño de
Piedra” o “Nuestra Señora del Niño de Piedra”. No es tan claro en cambio el nombre “Nuestra
Señora de la Gruta” puesto que, salvo la mención hecha por los Señores de Tharsis sobre el
lugar de aparición de la Virgen, la “gruta” no intervenía para nada en el Culto. Pero el caso era
que la Virgen, cuya descripción acabo de hacer, representaba claramente a Ama, la Madre de
Navután, a quien los Atlantes blancos llamaban “La Virgen de K'Taagar” pues pretendían que
Ella se encontraba aún en la Ciudad de los Dioses Liberadores. Pero ¿qué significa K'Taagar?
es una aglutinación de tres palabras antiquísimas: la primera es “Hk”, de la cual sólo se
conserva la “K” final, que era para los Atlantes blancos un Nombre genérico de Dios: con Hk
tanto solían referirse al Incognoscible como a los Dioses Liberadores; la segunda es “Ta” o
“Taa”, que significa Ciudad: pero no cualquier Ciudad sino Ciudad Hiperbórea, Ciudad de
Atlantes blancos; y la tercera es “Gr” o “Gar”, que equivale a Kripta, gruta, o recinto
subterráneo. K'Taagar quiere decir, pues, aproximadamente: “La Ciudad Subterránea de los
Dioses Liberadores”. Con la supresión de la “K” y la trasposición de las restantes palabras,
otros pueblos se han referido a la misma Ciudad como Agarta, Agartha, o A'grta, que significa
literalmente “Ciudad Subterránea”. La Virgen de K'Taagar es también La Virgen de Agartha.
Pero “A'grta” puede ser interpretado asimismo como “la gruta”: surge así el verdadero origen
de la ingeniosa denominación “Nuestra Señora de la Gruta” que los Señores de Tharsis
adoptaron para referirse públicamente a la Virgen de Agartha.
En conclusión, al dictarse la ley imperial del 392 que reprimía la práctica de los Cultos
paganos, los Señores de Tharsis ya eran Cristianos, católicos romanos, y sostenían en su
ecclesiae propiae el Culto a Nuestra Señora de la Gruta, la Virgen de Agartha. No es que con
este cambio hubiesen renunciado al Culto del Fuego Frío: en verdad, para celebrar aquel Culto
no se requería de ninguna Imagen. Fue la necesidad figurativa de los lidios la que, al
“perfeccionar la Forma del Culto”, introdujo en el pasado la Imagen de Pyrena. Pero Pyrena
era el Fuego Frío en el Corazón y su representación más simple consistía en la Lámpara
Perenne: a los Elegidos de la Diosa, a los que aún creyesen en Su Promesa, sólo debía
bastarles la Lámpara Perenne, puesto que el Ritual y la Prueba del Fuego Frío debían
realizarse ahora internamente. Así que, todo el Antiguo Misterio del Fuego Frío estaba
expuesto a la vista en aquella Basílica de la Villa de Turdes. Más, como antes, como siempre,
sólo los Hombres de Piedra lo comprendían. Sólo Ellos sabían, al orar en la Capilla, que la
Mirada de la Virgen de Agartha, y la del Niño de Piedra, estaban clavadas en la Flama de la
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