El Misterio de Belicena Villca El Misterio de Belicena Villca Edición 2017 | Page 70
¨El Misterio de Belicena Villca¨
por los romanos, los Señores de Tharsis desarrollaron una Villa romana rústica, edificando una
Residencia Señorial y ensanchándola con la adquisición de grandes extensiones de
campos para cultivo; cereales, olivos, y vides, integraban la principal producción, además de
algunos minerales que aún se explotaban en la sierra Catochar. Cabe aclarar que los romanos
la catastraron como “Villa de Turdes” y que sus moradores fueron llamados “Señores de
Turdes” mientras gobernó el Imperio Romano, aunque yo los seguiré mencionando Señores de
Tharsis para mantener la continuidad del relato.
Como todas las familias de terratenientes hispano romanos poseían una vivienda en la
Ciudad donde permanecían la mayor parte del año; sin embargo, siempre que podían,
p referían retirarse a la finca campestre pues su mayor interés era estar cerca de la Caverna
Secreta.
Los Golen no tenían ninguna posibilidad de influir sobre la población romana y su poder
sólo se conservaba intacto en la Lusitania, en algunas regiones de la Galia, en Britania e
Hibernia. Después de las campañas de Julio César, este poder pareció decrecer
completamente y, durante un tiempo, se creyó que la amenaza estaba definitivamente
conjurada. Esto, como se vio luego, era un error de apreciación, una nueva
subestimación sobre la capacidad de los Golen para llevar a cabo sus planes.
Con respecto al Culto del Fuego Frío, los Señores de Tharsis no tuvieron problemas en
reimplantarlo pues los romanos eran notablemente tolerantes en materia religiosa y, además,
ellos también adoraban el Fuego desde Épocas remotas. En la Villa de Tharsis construyeron
un lararium dedicado a Vesta, la Diosa romana del Fuego del Hogar: allí frente a la estatua de
la Diosa Vesta-Pyrena, ardía la Lámpara Perenne del Hogar, la flamma lar que no debía
apagarse nunca. A pesar de tratarse ahora de un Culto privado, la Casa de Tharsis no había
perdido su fama de familia de místicos y taumaturgos, y pronto su Villa se convirtió en otro
lugar de peregrinación para los buscadores del Espíritu, sin alcanzar, naturalmente, las
proporciones de la Época de Tartessos. La familia dio a Roma buenos funcionarios y militares,
aparte de contribuir con su producción de alimentos y minerales, pero también la proveyó de
Arúspices, Augures y Vestales.
Duodécimo Día
El emperador Constantino, con el edicto de Milán del año 313, legaliza al Cristianismo y le
concede derechos equivalentes a los de los Cultos paganos oficiales. Hacia el final del siglo IV,
en el año 381, y por obra del emperador Teodosio I, se declara al Cristianismo “religión
oficial del Estado” y se prohíben los Cultos paganos; en 386 se ordena, mediante un decreto
imperial, “el cierre de todos los templos paganos”; y en 392, por ley imperial, “se
considera y castiga el Culto pagano como crimen de lesa majestad”, es decir, sancionado
con la pena de muerte. Estas medidas no afectaron a los Señores de Tharsis pues años antes
ya habían adoptado el Cristianismo como religión familiar. El Culto de Jesús Cristo provenía
del país de Canaán, la patria de los Golen, y tal origen resultó, como es lógico, sospechoso de
entrada; pero además estaba el pretendido fundamento cultural del drama de Jesús: las
profecías registradas en un conjunto de libros canónicos de los hebreos, quienes afirmaban
ser “el Pueblo Elegido del Dios Creador”. Nada de esto convencía a los Señores de Tharsis y,
por el contrario, cuanto más observaban aquel nuevo Culto oriental, más se persuadían de que
tras él se ocultaba una colosal conspiración urdida por la Fraternidad Blanca. ¿Cómo fue,
entonces, que adoptaron el Cristianismo como religión familiar? Porque, por sobre la
procedencia del Culto y la filiación de sus cultores, existía un hecho incuestionable: que la
historia narrada en los evangelios era en parte verdadera. Esto lo podían asegurar los
Señores de Tharsis sin ningún género de dudas pues ellos la conocían desde miles de años
atrás, mucho tiempo antes de que Jesús viviese en Palestina. Pues aquélla era,
indudablemente, una nueva versión de la historia de Navután.
Para conocer la historia en toda su pureza habría que remontarse miles de años en el
pasado, hasta la Época de los Atlantes blancos, Padres de todos los pueblos blancos del
Pacto de Sangre. Ellos aseguraban estar guiados por Navután, el Gran Jefe Blanco que había
70