¨El Misterio de Belicena Villca¨
Comenzamos a hablar apartados del resto de la caravana, pero los tres oficiales se fueron acercando en silencio y ahora estábamos rodeados por ellos. Von Grossen suspiró y me puso paternalmente una mano en el hombro.
– Fíjese en los tibetanos – indicó –. ¿ No le parece insólita su expresión? – En efecto, aquí Von Grossen no exageraba: la actitud de los monjes kâulikas era indudablemente fuera de lo común. La natural e imperturbable tranquilidad había desaparecido y se los notaba nerviosos y alarmados. ¡ Aquellos guerreros, que no vacilaron frente a un enemigo cien veces superior, se revolvían incansablemente para vigilar todas las direcciones, como si esperasen que el mismo Satanás fuese a irrumpir a sus espaldas! No reparé antes en ello porque los perros atrajeron toda mi atención, como me reprochara Von Grossen. Maldije por dentro y sólo musité: – Es curioso... – ¿ Curioso? Es increíble. Ud. recién lo advierte, pero hace un día que se han puesto así. Yo intenté averiguar qué les pasaba más me han respondido con evasivas, pero a Ud., a quien respetan, no se negarán a responder.
– ¡ Quiero saber qué pasa, Von Sübermann! – prosiguió –. Antes de continuar este viaje de locos quiero saber qué pasa: si estamos extraviados, o en otro Mundo, o qué les ocurre a los tibetanos, quiero saberlo todo. No me opondré a reanudar la marcha guiados por los perros, más creo necesario que Ud. reflexione y esté al tanto de lo que ocurre a su alrededor.
Evidentemente, mi abstracción de los últimos días lo había afectado. Pero se equivocaba Von Grossen. Si quería hallar a Ernst Schaeffer, si pretendía que los perros daivas obedeciesen la orden correcta, el peor error que podía cometer, sería“ estar al tanto de lo que ocurría a mí alrededor” y“ reflexionar”. Justamente, el secreto para controlar a los perros consistía en la capacidad de situarse lejos de todo“ alrededor”, fuera del Espacio y del Tiempo, más allá de Kula y Akula; y por sobre todo, se requería no pensar, no apercibir, no“ reflexionar”.
Sin percatarse, el Standartenführer quería obligarme a caer en Mâyâ, la Ilusión de las formas materiales que llenaban nuestro“ alrededor”, que componían el contexto del Gran Engaño. Pero él era un hombre cultísimo, que hablaba con soltura del Vril y demostraba comprender los términos del Espíritu: la Eternidad, el Infinito, la Libertad Absoluta. ¿ Cómo explicarle, entonces, lo que ya sabía? Opté por callar. No quería lastimarlo, pues sólo podía atribuir su olvido de los principios básicos de la Sabiduría Hiperbórea a una intensa sensación de terror. – Interrogaré al gurka – propuse –. Me parece que es quien más afinidad tiene con nosotros. Von Grossen estuvo de acuerdo y lo llamamos enseguida. Como él supusiera, Bangi no se negó a responderme.
– Estamos – dijo – en el“ Valle de los Demonios Inmortales”. Muy cerca de aquí ha de encontrarse la Puerta de Chang Shambalá. Vosotros no habéis desarrollado la visión psíquica y por eso no veis el Santuario de la Reina Madre del Oeste. Pero hace un día que nos aproximamos a él y los kâulikas lo percibimos a cada instante con mayor nitidez.
El gurka señalaba hacia los montes Kuen Lun. Por momentos hablaba en bodskad, y por momentos en inglés y alemán, lo que demostraba su perturbación.
– ¡ Sí: allí está el Santuario de Hsi Wang Mu, la Enemiga de Kula! – Afirmó con un estremecimiento –. Ella es quien otros llaman Dolma, Tara, Kuan Yin, y también Binah, la Madre de los hombres mortales de barro. Es tradición que a este Valle de los Inmortales sólo entran los que Ella ama y desea preservar para que adoren a Brahma, El Creador, y sirvan al Rey del Mundo, es decir, sólo entran los que odian a Kula, los que rechazan la Boda Eterna con la Shakty Absoluta, los no-hombres, los no-viriles. ¡ Jamás un kâulika ha puesto los pies en este camino contrario al Tao, el Camino y el Fin al Principio; nunca un Esposo de Kula ha hollado tan mísero camino, opuesto a la propia Vruna!
Vos y los perros daivas nos habéis conducido al Infierno, a protagonizar en cuerpo físico el más grande desafío de esta vida. Ella tratará de convertirnos en animales, pero nosotros lucharemos aquí si es preciso; por Shiva; y por vos, Hijo de Shiva; y por vuestro Führer, el Señor de la Voluntad Absoluta. Pero, sobre todo, lucharemos porque sabemos que vos, que nos habéis guiado a la Guerra contra los Asuras, no nos abandonaréis en el
477