El Misterio de Belicena Villca El Misterio de Belicena Villca Edición 2017 | Page 411

¨El Misterio de Belicena Villca¨ Debes partir de inmediato a Pomerania e incorporarte y adaptarte a la nueva vida. Recién cuando hayas cumplido esta parte, –deja pasar un mes por lo menos– te pondrás en comunicación con la Thulegesellschaft. Tu contacto en Berlín se llama Konrad Tarstein; lo hallarás en la Gregorstrasse 239. Él ya está al tanto del ingreso a la Orden; sólo debes presentarte dando tu nombre. En principio te unirás a la Thulegesellschaft de Berlín por lo que deberás viajar desde Pomerania a Berlín los fines de semana, pero si debieras venir en algún otro momento puedes dirigirte al Oberführer Papp para que gestione el permiso correspondiente. Suerte patekind; recuerda mi consejo: “avanza en círculos, restringiendo el círculo”. Rudolph Hess. Nota: Memoriza el nombre y la dirección de tu contacto y entrega esta carta al Oberführer Papp, quien tiene la orden de destruirla. Nada debe haber escrito que pueda comprometerte, comprometernos o comprometer a la Thulegesellschaft. Heil Hitler. Leí dos veces la carta y luego se la entregué al Oberführer Papp quien la destruyó ante mis ojos prendiéndole fuego con un encendedor. –Rudolph Hess ¿está en Berlín? –pregunté. –No. Se encuentra en Berchtesgaden con el Führer. Inmediatamente recordé que para esa misma fecha, cuatro años antes, estuvimos con Papá y Rudolph Hess en Berchtesgaden. No había, pues, nada más por hacer en Berlín y, luego de despedirme del Oberführer Papp, partí hacia la estación de trenes para emprender el viaje a Prusia Oriental lo más rápido posible. Capítulo XIV Una hora más tarde, desde la ventanilla del tren norteño, veía pasar los últimos barrios de Berlín. Iba ensimismado pensando en la carta de Rudolph Hess y lamentándome no haber podido entrevistarlo para transmitirle algunos interrogantes que requerían urgente respuesta. Algo extraordinario me estaba sucediendo desde hacía algún tiempo atrás y, salvo Rudolph Hess, no me atrevía a confiarlo a nadie. Desde la noche de la graduación, cuando fui presentado al Führer, comencé a experimentar un curioso fenómeno psicológico. En esa ocasión respondí “YHVH-Satanás” a las preguntas del Führer ¿quién es el Enemigo de Alemania? ¿Contra quién combatimos?, y creí reconocer que dicha respuesta no había sido razonada por mí, sino “captada” o algo así como “escuchada” con un oído interno. Para mí estaba fuera de dudas que la “Voz” oída era ajena, es decir que venía de afuera de mi conciencia. Pero también comprendía la imposibilidad de transmitir esta experiencia a otra persona sin correr el riesgo de inspirar desconfianza sobre mi cordura. Durante el viaje a Egipto medité en esto y llegué a la conclusión de que la presencia del Führer había desencadenado un fenómeno de descarga inconsciente siendo la Voz oída simplemente una intuición formal. O sea que de alguna manera Yo “sabía” la respuesta y, en un momento en que estaba psicológicamente bloqueado por la arrolladora personalidad del Führer, la “adiviné” o creí hacerlo, tomando una intuición por una percepción extrasensorial. Era una conclusión escéptica pero Yo tenía la seguridad de que dicho fenómeno sería puramente circunstancial, que no volvería a producirse. Me aferraba a esta certeza con el oculto temor de que su repetición implicase una pérdida del equilibrio racional. Es comprensible: en una sociedad que considera “normal” lo que es común a todos, es decir colectivo, y reprime con la alienación al que se aparta de lo “normal”, sentirse distinto puede ser peligroso en muchos sentidos. Principalmente porque la falta de “patrones” o 411