El Misterio de Belicena Villca El Misterio de Belicena Villca Edición 2017 | Page 381

¨El Misterio de Belicena Villca¨ para fortalecer carismáticamente a la Orden. Quería además que leyese el libro, más no se atrevía a desobedecer al Pontífice, por lo que me rogó hasta el cansancio que lo autorizara a presentar mi nombre para que fuese chequeado “en la Tierra y en el Cielo” y obtuviese el libro por la vía correcta. Finalmente acepté, más para complacerlo a él que por verdadero interés, pues, como ya comprenderás, Neffe, Yo dispongo desde 1945 de las instrucciones precisas para cumplir mi propia misión. Y esas instrucciones proceden también de los Dioses, de los mismos Dioses de Nimrod de Rosario que, seguramente, son asimismo los “Dioses Liberadores” que guiaban a la Casa de Tharsis. La siguiente vez que nos vimos, la última, fue en Córdoba, en Agosto del año pasado. No voy a negarte, Arturo, que abrigaba el secreto deseo de conocer el asombroso Iniciado de quien tanto me hablara Oskar. Y sin embargo ello no pudo ser, pues el Pontífice se hallaba en un retiro secreto escribiendo un nuevo libro. Pese a todo, Oskar se encontró con la significativa noticia de que en la Orden había un libro para mí: uno de los miembros antiguos me entregó el ejemplar que ahora tienes en las manos y me transmitió el saludo de Nimrod: “el Pontífice, dijo con respeto, se alegraba de ‘haberme conocido’ y me aseguraba un gran desempeño al servicio de los Dioses del Espíritu”. Desde luego, aquella entrevista se realizó en un hotel, pues nadie podía conocer las propiedades ni los lugares de reunión de la Orden antes de ser aceptado. ¿Te das cuenta, Arturo, lo cerca que estuve de ingresar en la Orden de Caballeros Tirodal? Estuve cerca, muy cerca, pero no conseguí concretar el ingreso porque el único contacto que tenía con la Orden lo constituía Oskar y éste falleció en Diciembre del 79. Por lo menos eso era lo que anunciaba el telegrama enviado por su viuda en Enero, a mi Casilla de Correo de Salta. Otra información más precisa no poseo, Neffe. Compré los diarios de Córdoba de esos días y comprobé que, en efecto, se había efectuado el sepelio de Domingo Pietratesta, fallecido en su cama a causa de un síncope cardíaco. Luego de tan infausta noticia, sin poder hacer otra cosa más que aguardar el paso del tiempo, he leído muchas veces el libro “Fundamentos”, llegando a la conclusión de que su contenido expresa en el más profundo y riguroso sistema de conceptos las antiguas y simples verdades de la Sabiduría Hiperbórea. Por qué Nimrod concibió semejante obra para regular el acceso de los Elegidos a su Orden creo que tiene que ver con una visión superrealista de la Época, de la Cultura actual, y con el typo de Iniciado que él busca para llevar a cabo la misión propuesta por los Dioses. Sea de ello lo que fuere, estimo que no causaré ningún daño a la Estrategia de Nimrod permitiendo que tú lo leas ahora. Sólo contraeré una Deuda de Honor con la Orden, que algún día tendré que saldar. De todos modos, tú ya has leído previamente una carta a la que atribuyo tanto valor como a este libro, a pesar de que todavía no me has permitido que de cuenta de ella. Aquí sonrió tío Kurt, en tanto Yo me sentía invadido por la vergüenza. No obstante la momentánea turbación, continué riendo, como lo venía haciendo desde unos minutos atrás. Es que estaba eufórico. Mi vida se había enredado de un modo harto significativo después del asesinato de Belicena Villca, y aquella trama era evidente que no podía ser casual: Alguien, los Dioses Liberadores, ya que no el “Ángel de la Guarda”, había dispuesto uno como argumento real, uno como libreto del des-tino, para que Yo lo siguiera “casualmente” y me enterara de estas cosas en el momento justo. En una palabra: había sido guiado por los Dioses. Y este pensamiento, esta certeza, me llenaba de íntimo gozo. Tío Kurt, ya no me cabían dudas, poseía las claves que buscaba. No me desalentaba el hecho de que la muerte de Oskar Feil lo había desconectado de la Orden. Con la información que ahora poseía, se me antojaba tarea mucho más fácil la localización de Nimrod de Rosario y la Orden Tirodal: él era el Señor de la Orientación Absoluta y aquéllos eran los Constructores Sabios de su Orden. Su búsqueda apuntaba, y tío Kurt no podía saberlo todavía porque no había leído la carta, a encontrar un Noyo o una Vraya, Iniciados capaces de atravesar las Piedras de un Valle de dos Ríos y llegar hasta la Espada Sabia, junto a Noyo de Tharsis, el hijo de Belicena Villca. Y era claro para mí que al llevarle la carta de Belicena Villca, Nimrod no dudaría en ponerme en camino hacia Noyo Villca, a quien le transmitiría el mensaje póstumo de su madre. Sin dejar de sonreír por la alegría que me produjeron sus revelaciones, mi mente trabajaba a gran velocidad, mientras en el rostro de tío Kurt se reflejaba la sorpresa ante tal 381