El Misterio de Belicena Villca El Misterio de Belicena Villca Edición 2017 | Page 366

¨El Misterio de Belicena Villca¨ El automóvil llevaba corriendo unos cinco minutos por la sombría calle Esquiú que ahora daba la inequívoca sensación de una pendiente pronunciada. El río debía estar cerca pero aunque la poderosa luz alta de cuatro cuarzos perforaba las tinieblas, no lograba distinguir nada más allá de veinte metros. Detuve el coche y le puse el freno de mano; sería mejor realizar una exploración a pie. Tomé de la guantera una linterna tipo lapicera, cuya exigua luz suele ser útil a veces, y descendí tomando la precaución de cerrar el auto para el caso que me alejara del lugar. Un momento después comprobaba lo oportuno de la decisión de detener el coche pues, cincuenta metros más adelante, la calle se estrechaba abruptamente y caía en un barranco pronunciado sobre el Río Santa María que corría abajo, a una distancia de cien o ciento cincuenta metros. De haber seguido avanzando con el coche, me habría visto en dificultades para girar y retroceder. Estaba, por fin, en el origen de la calle Esquiú, no muy lejos de la vivienda de tío Kurt. Esta presunción me dio nuevos ánimos para tratar de orientarme; algo que, estaba viendo, era bastante difícil. La calle Esquiú había perdido sus veredas varias cuadras atrás y, donde me encontraba ahora, era sólo un callejón de grueso ripio que se extendía desde uno hasta otro alambrado, sendos límites de desconocidas propiedades. Hacia el Este estaba el río por lo que, si ésta era la última cuadra, presunta morada de tío Kurt, la dirección buscada debía estar en uno de ambos lados de la calle, a pocos pasos de allí. Exploré la mano del Norte que se componía de una fila de tres hilos de alambre, hasta una altura de un metro cincuenta, pero flanqueados en toda su extensión por arbustos de ligustro muy tupidos y perfectamente podados en forma de pilar. Recorrí unos ciento cincuenta metros sin hallar ninguna puerta o tranquera por lo que deduje que estaba a los fondos de una finca. Tratando de calmar la contrariedad que sentía por tan insólita situació