El Misterio de Belicena Villca El Misterio de Belicena Villca Edición 2017 | Page 357
¨El Misterio de Belicena Villca¨
Norte, hasta Amaichá del Valle: desde allí se podría tomar la Ruta 307, que cruza las Cumbres
Calchaquíes por el Paso del Infiernillo y lleva directamente a Tafí del Valle. En total, desde
Santa María hasta Tafí del Valle, sólo tendría que recorrer 80 km. pero que serían agotadores
por el estado de las Rutas y las sinuosas alturas a que arribaban.
Corría a más de 100 km. por hora aprovechando el buen camino hasta Cafayate para
ganar tiempo, pues luego la marcha sería lenta, a no más de 40 km/h.
Tenía unas horas para pensar y decidí aprovecharlas de inmediato.
El paisaje, el viento fresco, el silencio del Valle, todo contribuía para que me sintiera laxo y
tranquilo, predispuesto a meditar. Pero esta actitud era un tanto anormal si se tiene en cuenta
la cantidad de cosas que me habían sucedido últimamente. La falta de preocupación
evidenciaba un cambio muy grande en mi interior, que se manifestaba también en una
sensación de desapego por las cosas del Mundo. Me sentía en paz porque no necesitaba
nada. Estaba arruinado materialmente, quizás en peligro de muerte, y esta revelación sólo me
arrancaba una sonrisa insensata.
Sí, había cambiado mucho. Y todo ese cambio se produjo entre el 7 de Enero, fecha en
que experimenté el rapto espiritual y creí morir, y sincronísticamente se produjo el sismo que
terminó con mis bienes.
¡Cuántas cosas me habían sucedido! y parecía que esto no acabaría más pues seguían
sucediéndome cosas insólitas. Como el asunto de tío Kurt.
Fue sin duda una intuición. Cuando finalizaba la reunión con el Profesor Ramírez y el
sabio mencionó que casi todos los documentos sobre los Druidas habían sido saqueados en
Europa por las , pensé para mis adentros – ¿A quién preguntarle sobre la Orden Negra y su
interés sobre los Druidas?– en ese momento me vino a la mente el recuerdo de aquella noche
en mi niñez. Ninguna relación lógica que permita asociar ambas cosas. Nada racional. Si lo
hubiese pensado un minuto seguramente habría rechazado esta suposición por absurda. Pero
los recientes sucesos me hacían desconfiar de la “razón” y he aquí que, cediendo a una
corazonada, le pregunté a mi madre lo que hab