El Misterio de Belicena Villca El Misterio de Belicena Villca Edición 2017 | Page 100

¨El Misterio de Belicena Villca¨ estará un Gran Maestre, que dependerá sólo del Papa; la misión de la Orden consistirá en formar un ejército de Caballeros para luchar en Oriente y en España contra los sarracenos; en Occidente, la Orden poseerá propiedades aptas para practicar la vida monástica y ofrecer instrucción militar; la Orden del Temple estará autorizada para recibir toda clase de donaciones, pero los Caballeros deberán observar el voto de pobreza, etc. Durante el resto del siglo XII, la Orden crece en todo sentido y se constituye en el siglo XIII, en un verdadero poder económico y militar sujeto sólo, y hasta cierto punto, a la autoridad de la Iglesia. Puesto que el objetivo oculto de las cruzadas era conseguir el Arca de la Alianza de Jehová Satanás con el Pueblo Elegido, y tal objetivo ya se había logrado, es evidente que el mantenimiento de la Guerra Santa no tenía otro fin más que fortalecer a la Orden del Temple y a la Iglesia: las siguientes Cruzadas, en efecto, permitían a los Papas demostrar su poder sobre los Reyes y Nobles, y al Orden del Temple acrecentar sus riquezas. Así, el papado alcanzaba su más alto grado de prestigio y podía convocar a los Reyes de Francia, Inglaterra o Alemania, para “cruzarse” por Cristo, Nuestro Señor, y, con suerte, hasta lograba eliminar algún potencial enemigo de sus planes de hegemonía europea, por ejemplo como el Emperador Federico Barbarroja, que jamás regresó de la Tercera Cruzada. Y, mientras continuaba la guerra y el ejército de Oriente se perfeccionaba profesionalmente y se tornaba indispensable en todas las operaciones, la Orden iba construyendo una formidable infraestructura económica y financiera: se decía que aquel poder servía para sostener la Cruzada de los Caballeros Templarios, pero, en realidad, se estaba asistiendo a la fundación de la Sinarquía financiera. La Orden pronto desarrolló, sobre la base de sus incontables propiedades en Francia, España, Italia, Flandes, etc., una red bancaria que operaba con el novísimo sistema de las “letras de cambio”, inventado por los banqueros judíos de Venecia, y tenía su sede central en la Casa del Temple de París, verdadero Banco, provisto de Tesoro y Cámara de Seguridad. Naturalmente, practicaban el préstamo a interés a Nobles y Reyes, cuyos “pagarés”, y otros documentos avanzadísimos para la Época, se guardaban en las cajas fuertes de la Orden. Entre otras responsabilidades, se les había confiado la administración de los fondos de la Iglesia y la recaudación de impuestos para la corona de Francia. Los Templarios ocuparon en España varias plazas, entre las cuales se contaba la Fortaleza de Monzón, la que luego de la muerte de Alfonso I, el Batallador, les fue otorgada en propiedad: desde allí, “luchaban contra el infiel”, según la Regla de la Orden. Aquella fortaleza se encontraba en Huesca, a orillas del río Cinca, entonces Reino de Aragón: y hacia allí se dirigieron Bera y Birsa, luego del Concilio de Troyes, acompañados por un importante séquito de monjes cistercienses. Los Inmortales, iban a realizar un “Concilio Secreto Golen” en el que dejarían establecidas las directivas para los próximos cien años, fecha en la que regresarían a pedir cuentas sobre lo hecho. En ese Concilio, aparte de los detalles del plan Golen que ya he descripto, los Inmortales plantearon, en nombre de la Fraternidad Blanca, dos cuestiones que debían ser resueltas cuanto antes; se trataba de dos Sentencias de Exterminio: una, contra la Casa de Tharsis, aún estaba pendiente desde antiguo; la otra, contra los Cátaros y Albigenses del Languedoc aragonés, era reciente y tenía que ejecutarse sin demora. Sobre la Casa de Tharsis, los Inmortales admitieron que se trataba de un Caso difícil pues no se podía concretar el exterminio sin haber hallado antes la Piedra de Venus, que aquéllos tenían oculta en una Caverna Secreta. Con el Fin de