EL LLANO EN LLAMAS el-llano-en-llamas-de-juan-rulfo | Page 29
vacas, ni les expliqué nada; me fui sin que me vieran, para que no
fueran a seguirme. Busqué donde estuviera bajita la barda y por allí me
trepé y caí al otro lado, entre los becerros. Y ya estaba yo quitando la
tranca del zaguán cuando vi al patrón don Justo que salía de donde
estaba el tapanco, con la niña Margarita dormida en sus brazos y que a
travesaba el corral sin verme. Yo me escondí hasta hacerme perdedizo
arrejolándome contra la pared, y de seguro no me vio. Al menos eso
creí."
El viejo Esteban dejó entrar las vacas una por una, mientras las
ordeñaba. Dejó al último a la desahijada, que se estuvo brame y brame,
hasta que por pura lástima la dejó entrar. "Por última vez le dijo; míralo
y lengüetéalo; míralo como si fuera a morir. Estás ya por parir y todavía
te encariñas con este grandulón." Y a él: "Saboréalas nomás, que ya no
son tuyas; te darás cuenta de que esta leche es leche tierna como para
un recién nacido." Y le dio de patadas cuando vio que mamaba de las
cuatro tetas. "Te romperé las jetas, hijo de res."
don
una
con
que
que
"Y le hubiera roto el hocico si no hubiera surgido por allí el patrón
Justo, que me dio de patadas a mí para que me calmara. Me zurró
sarta de porrazos que hasta me quedé dormido entre las piedras,
los huesos tronándome de tan zafados que los tenía. Me acuerdo
duré todo ese día entelerido y sin poder moverme por la hinchazón
me resultó después y por el mucho dolor que todavía me dura.
¿Qué pasó luego? Yo no lo supe. No volví a trabajar con él. Ni yo
ni nadie, porque ese mismo día se murió.¿No lo sabía usted? Me lo
vinieron a decir a mi casa, mientras estaba acostado en el catre, con la
vieja allí a mi lado poniéndome fomentos y cataplasmas. Me llegaron
con ese aviso. Y que dizque yo lo había matado, dijeron los díceres. Bien
pudo ser, pero yo no me acuerdo.¿No cree usted que matar a un
prójimo deja rastros? Los debe de dejar, y más tratándose de un
superior de uno. Pero desde el momento que me tienen aquí en la cárcel
por algo ha de ser ¿no cree usted? Aunque, mire, yo bien que me
acuerdo de hasta el momento que le pegué al becerro y de cuando el
patrón se me vino encima, hasta allí va muy bien la memoria; después
todo está borroso. Siento que me quedé dormido de a tiro y que cuando
desperté estaba en mi catre, con la vi eja allí a mi lado consolándome
de mis dolencias como si yo fuera un chiquillo y no este viejo
desportillado que yo soy. Hasta le dije: ¡Ya cállate! Me acuerdo muy
bien que se lo dije, ¿cómo no iba a acordarme de que había matado a
un hombre? Y, sin embargo, dicen que maté a don Justo. ¿Con qué
dicen que lo maté? ¿Que dizque con una piedra, verdad? Vaya, menos
mal, porque si dijeran que había sido con un cuchillo estarían zafados,
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