EL LLANO EN LLAMAS el-llano-en-llamas-de-juan-rulfo | Page 23

"Una plaza sola, sin una sola yerba para detener el aire. Allí nos quedamos. "Entonces yo le pregunté a mi mujer: —¿En qué país estamos, Agripina? "Y ella se alzó de hombros "—Bueno. Sino te importa, ve a buscar a dónde comer y dónde pasar la noche. Aquí te aguardamos —le dije. "Ella agarró al más pequeño de sus hijos y se fue. Pero no regresó. "Al atardecer, cuando el sol alumbraba sólo las puntas de los cerros, fuimos a buscarla. Anduvimos por los callejones de Luvina, hasta que la encontramos metida en la iglesia: sentada mero en medio de aquella iglesia solitaria, con el niño dormido entre sus piernas. "—¿ Qué haces aquí Agripina? "—Entré a rezar— nos dijo. "—¿Para qué?— Le pregunté yo. "Y ella se alzó de hombros. "Allí no había a quién rezarle. Era un jacalón vacío, sin puertas, nada más con unos socavones abiertos y un techo resquebrajado por donde se colaba el aire como un cedazo. "—¿Dónde está la fonda? "—No hay ninguna fonda. "—¿Y el mesón? "—No hay ningun mesón "—Viste a alguien? ¿Vive alguien aquí? —le pregunté. "—Sí, allí enfrente... unas mujeres...Las sigo viendo. Mira, allí tras las rendijas de esa puerta veo brillar los ojos que nos miran...Han estado asomándose para acá...Míralas. Veo las bolas brillantes de su ojos...Pero no tienen qué darnos de comer. Me dijeron sin sacar la cabeza que en este pueblo no había de comer... Entonces entré aquí a rezar, a pedirle a Dios por nos otros. "¿Porqué no regresaste allí? Te estuvimos esperando. "—Entré aquí a rezar. No he terminado todavía. 23