El libro de la verdad y de la vida El libro de la verdad y de la vida | Page 26

E L LIBRO DE LA VERDAD Y DE LA VIDA Un ejemplo de que para los nazis todos eran enemigos, incluso los ciudadanos alemanes está en la batalla de Sta- lingrado, pues Hitler se negó a permitir el retorno de su ejército (formado por unos doscientos mil hombres) des- pués de perder la batalla, porque lo más peligroso para el poder absoluto de los nazis era un ejército bien preparado para la lucha, pero que se había dado cuenta de lo poco jui- cioso que eran sus líderes; por lo tanto, los nazis no duda- ron en abandonar a su suerte a sus hombres y se negaron hasta a la posibilidad de que escaparan del cerco soviético dirigiéndose hacia el sur; de haber regresado a Alemania, existían muchas posibilidades de que hubieran destituido ese gobierno despótico. Otro ejemplo de que el peor enemigo de los alemanes eran los nazis se demuestra en el hecho de que, al final de la guerra, Hitler no dudó en alistar a niños en sus filas con el fin de protegerle mientras él estaba resguardado en su búnker y a sabiendas que la guerra estaba absolutamente perdida. Podría haber intentado algún tipo de armisticio, pero no le importó que las ciudades de Alemania fueran destruidas y millones de sus ciudadanos acabaran muertos. Está claro que para los nazis, y sobre todo para Hitler, la vida humana, incluso la de sus ciudadanos, no tenía ningún valor y tan solo contaba el afán de poder. Es evidente que para los nazis tan solo existía el afán de poder sin límites, pero con una carencia absoluta de crite- rio y capacidad de moderación, pues si hubieran dado por terminada la guerra al llegar a la frontera con Rusia habrían tenido muchas posibilidades de firmar la paz con los alia- dos en una situación ventajosa, lo que les habría per- 26