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mitido ganar tiempo y consolidar sus posiciones en el con-
trol de Europa. Hay que tener en cuenta que, aunque los
aliados hubieran querido continuar la guerra, Rusia to-
davía no estaba en guerra con Alemania y le habría podido
prestar apoyo en petróleo y provisiones, pero los nazis eran
unos individuos déspotas, incapaces de entender el signifi-
cado de la palabra moderación, y la invasión de Rusia de-
mostró su afán de poder ilimitado, pero también su profunda
falta de juicio, por ello no sería justo responsabilizar a los
nazis de las victorias militares anteriores, sino al alto nivel
tecnológico e industrial de Alemania.
Pero Hitler no fue el único líder político que, a lo largo
de la historia, demostró poco aprecio por la vida de sus pro-
pios hombres, pues antes que él, Napoleón y Alejandro
Magno demostraron que, tras una guerra inútil, siempre
había otra, como si nunca pudieran terminar. Un ejemplo
de ello fue la purga que Alejandro Magno hizo entre sus
hombres cuando él les manifestó su deseo de conquistar la
India y ellos protestaron pidiendo el regreso a Macedonia.
Esta campaña más parecía un viaje de turismo que otra cosa,
pero a costa del derramamiento de la sangre de sus propios
hombres.
Sin embargo, afirmar que todo lo que caracterizaba a
los nazis era forzosamente erróneo sería faltar a la verdad,
pues no existe ninguna persona o grupo político que todos
sus postulados o principios ideológicos sean absolutamente
ciertos o falsos, pues pensar así resulta muy poco juicioso.
En mi opinión, la actitud de los nazis en pro de defen-
der una integridad racial no era necesariamente errónea,
pues la raza, como ya expliqué, forma parte de nuestro pro-
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