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desahogada cuando cobren las herencias y no lo sea cuando
le hace falta, es decir, cuando sus hijos son pequeños y tie-
nen que pagar las hipotecas de sus pisos. Este tipo de polí-
tica tiene como única finalidad conseguir el voto de los
jubilados, pero a costa del resto de la sociedad.
Lo lógico, por tanto, es que las pensiones de jubilación
estén en consonancia con los bienes de cada perceptor y
esa pensión sea una ayuda para quien le haga falta más que
un medio para aumentar su fortuna.
Otro error de la política económica occidental es inter-
ferir continuamente el ritmo de trabajo intercalando días
festivos en medio de la semana, eso constituye un perjuicio
para la eficacia en el proceso de trabajo y no favorece a em-
presas o trabajadores. Lo correcto es que tanto los días de
trabajo como los festivos estén asociados, es decir, que los
días libres deben comenzar siempre del domingo hacia
atrás sin mezclar nunca los días festivos y los laborales,
siempre y cuando se pueda evitar.
Otra cosa que debería cambiar es el tema de las pensio-
nes de viudedad. Nunca se debería cobrar una pensión
cuando el perceptor no tenga hijos menores o personas a su
cargo y esté en edad de trabajar. El sistema económico debe
favorecer el trabajo sobre la ociosidad cuando se trate de
personas jóvenes.
Es cierto que las economías emergentes también debe-
rían cambiar para hacer más justas las condiciones la- bo-
rales de sus trabajadores, aunque eso les suponga ser un
poco menos competitivas.
Una forma de paliar el déficit público puede ser el in-
cremento de los impuestos, pero puede ser un arma de
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