El libro de la verdad y de la vida El libro de la verdad y de la vida | Page 126

E L LIBRO DE LA VERDAD Y DE LA VIDA manda social. ¿Por qué se tiene que pagar con los presu- puestos públicos el estudio de esas carreras, aun a sabiendas de que solo un mínimo de esos estudiantes se podrán co- locar en lo que han estudiado? Resulta evidente que, en este caso, son medidas populistas y no medidas sociales las que se plantean y al final lo tienen que pagar los mismos traba- jadores, pero en su perjuicio. Por lo tanto, en este caso, lo mejor sería que solo sean financiadas por el Estado aquellas carreras en las que la oferta de puestos de trabajo por parte de las empresas sea superior a la demanda por parte de los estudiantes. Otro error de la política económica consiste en la ten- dencia a expulsar del mercado laboral a las personas cada vez más pronto mediante las prejubilaciones esa política es un torpedo en la línea de flotación de la competitividad empresarial, porque todo prejubilado pasa a depender de los presupuestos del Estado, que, a su vez, depende de las empresas. Eso no quiere decir que la jubilación esté mal, sino más bien que el sistema económico lo que debe de hacer es premiar a quienes quieren trabajar y, por lo tanto, no animar a los trabajadores a que cesen en su actividad la- boral y reconducir esa actividad en función de su edad y de sus circunstancias. Es más eficaz y sano un trabajo re- ducido durante toda la vida, que mucho trabajo duro y fa- tigoso durante unos pocos años. Otro punto débil de la economía occidental es el fraude de las bajas. Lo más adecuado sería que toda persona de baja no laboral pasara, tras un periodo transitorio, a ser considerado del mismo modo que el conjunto de los para- dos, es decir, a cobrar un subsidio mínimo cuando no tenga 126