EL LIBRO DE ENOC
El espíritu del mar es masculino y vigoroso y según su fuerza lo devuelve
con un freno y así es alejado y dispersado entre todas las montañas de
la tierra.
El espíritu de la helada es su propio ángel y el espíritu del granizo es un
buen ángel.
El espíritu de la nieve la deja caer de sus por su propia fuerza desde sus
depósitos; ella tiene un espíritu especial que sube de ella como humo y
se llama escarcha.
El espíritu de la neblina no está unido con ellos en sus depósitos, sino
que tiene un depósito propio, ya que su ruta es maravillosa, tanto en la
luz como en la oscuridad, en invierno como en verano y su mismo
depósito es un ángel.
El espíritu del rocío habita en los límites del cielo y está conectado con
los depósitos de la lluvia; viaja en invierno o en verano y su nube y la
nube de la neblina están relacionadas y la una da a la otra.
Cuando el espíritu de la lluvia sale del depósito, los ángeles van, abren el
depósito y la dejan salir y cuando ella se derrama sobre toda la tierra, se
une al agua que está sobre la tierra.
Porque las aguas son para los que viven sobre la tierra y son un alimento
para la tierra seca, que viene desde el Más Alto que está en el cielo, por
eso hay una medida para la lluvia y los ángeles se encargan de ella.
Estas cosas vi en los alrededores del jardín de los justos y el ángel de
paz que estaba conmigo me dijo: «Esos dos monstruos han sido
preparados para el gran día de Dios y son alimentados a fin de que el
castigo del Señor de los espíritus no caiga en vano sobre ellos, harán
morir los niños con sus madres y los hijos con sus padres y luego tendrá
lugar el juicio acorde con su misericordia y su paciencia.
61