EL LIBRO DE ENOC
Y yo dije: «¡Qué hermoso es este árbol y cómo atrae mirarlo!».
Remeiel el Vigilante y el santo, que estaba conmigo, me contestó y dijo:
«Es el árbol de la sabiduría, del cual comieron tu primer padre y tu primera
madre y aprendieron la sabiduría y sus ojos se abrieron y comprendieron
que estaban desnudos y fueron expulsados del jardín del Edén».
Capítulo 33
Desde allí fui hasta los confines de la tierra y vi allí grandes bestias
diferentes unas de otras y también pájaros que diferían en sus aspectos,
hermosura y trinos.
Al oriente de esas bestias vi el final de la tierra, donde el cielo descansa,
y donde se abren los portales del cielo.
Vi como nacen las estrellas del cielos y los portales de los que proceden
y anoté las salidas de cada una de las estrella, según su número, nombre,
curso y posición y según su tiempo y meses, según me las mostraba
Uriel, uno de los Vigilantes.
Y me mostró y escribió para mí todo, incluso escribió para mí sus
nombres de acuerdo con sus tiempos.
Capítulo 34
Desde allí fui transportado a la extremidad norte de la tierra y me fueron
mostradas grandes obras:
Vi tres puertas del cielo abiertas; a través de cada una de ellas vienen los
vientos del norte y cuando soplan hay frío, granizo, escarcha, nieve, rocío
y lluvia.
Si salen por una sola de las puertas, soplan para bien; pero cuando
soplan a través de las otras dos es con violencia y calamidad sobre la
tierra pues soplan con fuerza.
41