EL LIBRO DE ENOC
Esta cantidad de estrellas de los cielos son las que han transgredido el
mandamiento del Señor y han sido encadenadas aquí hasta que pasen
diez mil años, el tiempo impuesto según sus pecados.
Desde allí pasé a otro lugar más terrible que el anterior y vi algo horrible:
había allá un gran fuego ardiendo y flameando y el lugar tenía grietas
hasta el abismo, llenas de columnas descendentes de fuego, pero no
pude ver ni sus dimensiones ni su magnitud ni haría conjeturas.
Entonces dije: «¡Qué espantoso y terrible es mirar este lugar!».
Contestándome, Uriel el Vigilante y el Santo, que estaba conmigo me dijo:
«Enoc ¿por qué estás tan atemorizado y espantado?». Le respondí: «Es
por este lugar terrible y por el espectáculo del sufrimiento».
Y él me dijo: «Este sitio es la prisión de los ángeles y aquí estarán
prisioneros por siempre».
Capítulo 22
Desde allí fui a otra parte, a una montaña de roca dura; había ahí cuatro
pozos profundos, anchos y muy lisos. Y dije: «¡Qué lisos son estos
huecos y qué profundos y oscuros se ven!».
En ese momento, Rafael el Vigilante y el Santo, que estaba conmigo, me
respondió diciendo: “Estas cavidades han sido creadas con el siguiente
propósito; que los espíritus de las almas de los muertos puedan reunirse
y que todas las almas de los hijos de los hombres se reúnan ahí. Así pues
esos son los pozos que les servirán de cárcel; (Sal 68:19; Ef 4:9; 1P
3:19,20)
“Están hechos para tal cosa, hasta el día en que sean juzgados hasta
momento del gran juicio que se les hará el último día».
Vi allí al espíritu de un hombre muerto acusando, y su lamento subía
hasta el cielo, gritando y acusando.
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