es como si sintiera una pequeña llama de fuego y, en vez de reconocerla, le echaran más leña a ese fuego o me dijeran lo que tengo que hacer con esa“ llamita” que siento. En nuestra experiencia, el miedo muchas veces se tiñe, no solo de la respuesta fisiológica ante un evento que nos sucede, sino de una cantidad de fantasías catastróficas que creamos en la cabeza, que nos colocan en un futuro aterrador y nos sacan del presente. Y donde únicamente podemos incidir es en el aquí y ahora.
Los factores o situaciones donde se suele generar más miedo es cuando sentimos que nos quitan la pertenencia, experiencias cercanas a la muerte( propia o de seres queridos), a los cambios y también a algo un poco paradójico: sentimos miedo a sentir miedo... Y la solución no pasa por que dejemos de sentir miedo. Como indica Mario Alonso Puig( 2),“ si careciéramos de esta emoción, entonces no seríamos personas valientes sino unos completos temerarios, porque no reconoceríamos peligros reales que pueden acabar con nuestra vida en el sentido más literal de la palabra. Por otra parte, si el miedo tuviera tal poder sobre nosotros que en lugar de tener miedo, el miedo nos tuviera a nosotros, nuestra vida sería más una experiencia de alerta y de alarma constante que no nos dejaría descansar ni un instante”. Es una emoción bastante paradójica porque al mismo tiempo que nos ayuda a lograr seguridad también es un gran inconveniente para arriesgarse y probar cosas nuevas y, en definitiva, para cambiar.
De manera fisiológica, existen tres formas de reaccionar ante el miedo: huir, atacar y congelar la emoción. Además, como indica Pilar Jericó( 3), los humanos tenemos otra estrategia más elaborada cuando sentimos miedo ante una persona que consideramos tiene más poder que nosotros: hacer la pelota.
Cuando atiendo personas, tanto a nivel individual o grupal, intento acompañarlas y generar una actitud para que:-Acepten el miedo.-Dejen de juzgarse por sentir miedo y desarrollen
una actitud de escucha sin juicio y de acompañamiento de uno mismo. Recordamos que lo contrario del miedo paralizante no es la valentía sino el coraje, que etimológicamente significa“ hacerlo con miedo”.-Reconozcan dónde lo sienten y con qué situaciones o personas lo sienten.-Desgranen todas las fantasías imaginarias o hipótesis creadas por ellos mismos y que pueden suceder o no. La persona, al verlas reflejadas mediante escritura, escena, etc., puede darse cuenta de si son amenazas reales y de tiempo presente, amplía su percepción y puede relacionarse de mejor manera. Es como si sintiéramos a gigantes tenebrosos y al encararlos nos diéramos cuenta de que son simples molinos de viento.- Vean qué creencias hay asociadas y“ miedos viejos” que la persona nunca trató ni manifestó. Estas experiencias, al no estar bien digeridas, es como si estuvieran acumuladas en un depósito y, ante una experiencia similar, resuenan o recuerdan y acrecientan el miedo que la persona siente.
En definitiva, que el individuo se vea y se sienta con más recursos, posibilidades constructivas, nuevas formas de relacionarse y más confianza en que puede.
Este artículo intenta solo mostrar unas pequeñas reseñas que puedan ayudar un poquito a encontrar soluciones, pues podemos intuir que el miedo mueve muchísimas áreas de nuestra vida y que todas estas propuestas necesitan consciencia y entrenamiento.
( 1) Paul Mac Lean, médico y neurocientífico norteamericano( 1913-2007), que desarrolló la teoría del cerebro triuno en la década de 1950, también conocido popularmente como la teoría de los tres cerebros.( 2) Médico cirujano y conferenciante, autor de va( 3) Empresaria, escritora y conferenciante, autora de varios libros, entre ellos No miedo: En la empresa y en la vida.