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documental”.
La Provincia, 14 de junio de 2016: “Un guardia
civil de Mogán, detenido y en prisión por tráfico
de drogas ”.
El Español, 18 de junio de 2016: “Droga, sexo y
tricornios: el capitán que robaba a los narcos en
la Costa del Sol”.
El País, 13 de julio de 2016: “Los agresores de una
joven en Pamplona grabaron la violación. Los cinco detenidos, entre los que hay un guardia civil
que ha sido apartado del cuerpo, se acogieron a
su derecho a no declarar”.
Diario de Mallorca, 29 de julio de 2016: “Un guardia civil, arrestado por colaborar con una banda
de ladrones de casas en Eivissa. Desarticulado un
grupo que habría desvalijado más de 30 viviendas en la isla durante el verano”.
Por un lado, el hecho de que esas “manzanas
podridas” hayan sido arrestadas por la propia
Guardia Civil es algo que transmite cierta tranquilidad. Pero esto, sinceramente, no reduce el temor
que tengo a que me pare uno de los “malos”.
Me gustaría muchísimo volver a experimentar
esa sensación, lejana en el tiempo, de que ahí hay
alguien en el que puedes confiar, una referencia,
un punto fijo. Me gustaría volver a sentirme protegido, seguro. No me gusta tener miedo de ellos,
esto no debería ser así. ¡Qué bueno sería poder
echar un vistazo para buscar su presencia y poder
olvidarme del temor a que me pase algo malo!
Pero tengo que admitir que de momento pienso
que, si quieren dañarme, si quieren pillarme, una
bombilla fundida la van a encontrar. Una palabra
dicha en tono de broma podría desencadenar
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una reacción violenta y fuera de control. ¿Y si
dentro de ese uniforme hay alguien que acaba de
tomar cocaína? ¿O si el gesto de sacar la cartera lo
confunde con buscar un arma? ¿Qué me va a pasar? Solo puedo esperar encontrarme con un señor de mediana edad que tenga sentido común,
y no con uno de esos jóvenes Rambos exaltados
con ganas de pegar hostias.
Les pasa a ellos lo mismo que potencialmente
le pasa a cualquiera, cuando después de miles de
buenas acciones se hace una mala: esta quedará
como icono por mucho tiempo. Y su historia franquista tampoco ayuda.
Saber que aquel agente violador de una joven
mujer en Pamplona había pasado las pruebas psicológicas de acceso al cuerpo no me deja nada
tranquilo. Se podría empezar por revisar el proceso de selección, por poner un ejemplo. Es evidente que algo falla.
Tendrán que trabajar mucho para reconquistar
la confianza y el respeto de todo el mundo, quizás podrían empezar evitando que solo se les vea
como recaudadores contra quienes conducen a
53 km/h donde hay un límite de 50.
Yo, profunda y decididamente ateo, me atrevo
a citar el propio Evangelio: “Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o
higos de los cardos? Del mismo modo, todo árbol
bueno da fruto bueno pero el árbol malo da fruto
malo. Un árbol bueno no puede dar fruto malo
y un árbol malo no puede dar fruto bueno. Todo
árbol que no da buen fruto se corta y se arroja al
fuego. Así que por sus frutos los conoceréis”. Mateo 7, 16-20.