El Librito Majorero nº 32 Febrero 2017 | Page 6

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medioambiental, también ha contribuido a una mayor preocupación por la supervivencia sostenible de este animal en los océanos.
Es un hecho también muy conocido entre los buceadores que los tiburones ballena suelen reunirse en grandes cantidades en determinadas localizaciones y épocas del año. Esto hace que muchos de estos animales sean accesibles no sólo para los conservacionistas y turistas bien intencionados, sino también para los pescadores ilegales. ¡ Los números que se conocen hoy asustan y mucho! La aparición del tiburón ballena en diversos puntos de observación habituales del Indo-Pacífico disminuyó en un 50 % tan sólo entre los años 2003 y 2012( Harley et al., 2013), lo que potencialmente representa una caída de la subpoblación de aquella región.
Clasificado en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN( Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) desde el año 2016 como especie en peligro de extinción( EN), el tiburón ballena está ya desde 2002 incluido en el Apéndice II de la CITES( Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres).
Las especies incluidas en el Apéndice II de la CI- TES no están necesariamente todas amenazadas de extinción, pero el comercio internacional de
las mismas está reglamentado para garantizar su carácter legal y evitar una utilización incompatible con la supervivencia de la especie en el medio silvestre. Para que no se pierdan demasiado en estas nomenclaturas, aprovecho para describir que la CITES es un acuerdo internacional concertado actualmente entre los gobiernos de 183 países, que tiene por finalidad velar para que el comercio internacional de especímenes de animales y plantas silvestres no constituya una amenaza para su supervivencia.
Efectivamente, desde 2002 ninguna pesquería de tiburón ballena ha sido certificada como sostenible bajo las regulaciones de Apéndice II de la CITES. Pero la persistente presencia de aletas de esta especie en algunos de los mercados de Hong Kong, de la cual no hay registros sobre su comercialización en la base de datos de CITES, solo puede sugerir que el comercio ilegal existe, y en cantidad.
Ya sabemos que estos animales, evidentemente, no son peligrosos para los humanos, pero la pregunta a la cual habrá qué contestar ahora es: ¿ hasta qué punto nosotros, los humanos, somos peligrosos para los grandes tiburones ballena?
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