El Librito Majorero nº 30 diciembre 2016 | Page 13

después tenía que irse a otro sitio. Si la protección del patrimonio histórico isleño fuera una verdadera preocupación para nuestros gobernantes, se ocuparían de contratar a más gente para alcanzar este objetivo: es cuestión de prioridades. En lugar de esto, parece que les gusta mucho más jugar con el dinero público gestionando proyectos faraónicos, absurdos y absolutamente inútiles para sacarse fotos en la prensa, luciéndose con sus sonrisas brillantes, falsas como Judas. Sería suficiente el sentido común de un padre de familia para entender que organizar rutas turísticas guiadas con personal adiestrado y oportunamente formado, no solamente crearía puestos de trabajo, sino sobre todo protegería de verdad los tesoros que esa mala gente desprecia de forma tan torpe. Mi segunda reflexión se refiere a la propia naturaleza de los grabados que la montaña sagrada custodia y alberga. Se trata de obras sagradas que fueron realizadas con finalidades espirituales sobre la capa exterior de las piedras. Esas superficies tienen un espesor de muy pocos milímetros. La mayoría de los podomorfos resultan casi todos totalmente invisibles a la luz del día y son muy, muy frágiles. Con lo cual, los alegres y ruidosos Indiana Jones que suben a diario llevando consi- go sabrosos bocadillos en bolsas de plástico, simplemente andando, sin ni siquiera darse cuenta, corren el riesgo de destruir para siempre esos tesoros, simplemente aplastándolos, porque la mayoría de ellos son invisibles a la luz del sol. Solo la experiencia de los profundos conocedores de los mil secretos de la montaña de las brujas puede proteger esa preciosidad de los ataques inconscientes de los visitantes. El mío es un llamamiento a los muchos residentes en Fuerteventura para que, por lo menos ellos, se enteren del riesgo enorme que se corre subiendo sin saber dónde meter los pies. Los dioses de la montaña protegieron su espiritualidad a lo largo de muchos cientos de años. No se puede permitir que se destruya todo eso simplemente por la superficialidad e imprudencia de unos curiosos, que no tienen ni idea de los potenciales daños irreparables que pueden provocar sin querer. Es responsabilidad del Cabildo de Fuerteventura proteger los grabados ancestrales de la montaña sagrada de Tindaya. Hay un precio que pagar por la incompetencia y la ignorancia de quien mira continuamente hacia el otro lado. Tendrán que dar cuenta de eso. Algún día tendrán que responder de los daños que están generando cotidianamente.