EL JUGADOR - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 106

El jugador - Fedor Dostoiewski -Mais, madame -murmuró Des Grieux, empezando de nuevo a empujar y apuntar con el dedo. -Bien, haz una puesta como dice -me ordenó la abuela-. Vamos a ver: quizá salga en efecto. Des Grieux quería disuadirla de hacer posturas grandes. Sugería que se apostase a dos números, uno a uno o en grupos. Siguiendo sus indicaciones puse un federico de oro en cada uno de los doce primeros números impares, cinco federicos de oro en los números del doce al dieciocho y cuatro del dieciocho al veinticuatro. En total aposté dieciséis federicos de oro. Giró la rueda. «Zéro» -gritó el banquero. Lo perdimos todo. -¡Valiente majadero! -exclamó la abuela dirigiéndose a Des Grieux-. ¡Vaya franchute asqueroso! ¡Y el monstruo se las da de consejero! ¡Fuera, fuera! ¡No entiende jota y se mete donde no le llaman! Des Grieux, terriblemente ofendido, se encogió de hombros, miró despreciativamente a la abuela y se fue. A él mismo le daba vergüenza de haberse entrometido, pero no había podido contenerse. Al cabo de una hora, a pesar de nuestros esfuerzos, lo perdimos todo. ~¡A casa! -gritó la abuela. No dijo palabra hasta llegar a la avenida. En ella, y cuando ya llegábamos al hotel, prorrumpió en exclamaciones: -¡Qué imbécil! ¡Qué mentecata! ¡Eres una vieja, una vieja idiota! No bien llegamos a sus habitaciones gritó: « ¡Que me traigan té, y a prepararse en seguida, que nos vamos!». -¿Adónde piensa ir la señora? -se aventuró a preguntar Marfa. -¿Y a ti qué te importa? Cada mochuelo a su olivo. Potapych, prepáralo todo, todo el equipaje. ¡Nos volvemos a Moscú! He despilfarrado quince mil rublos. StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 106