cara muy común. Los labios son carnosos y la piel, pálida.
Lleva el pelo un poco revuelto, pese a que parece que haya
intentado peinarlo. Tiene una mirada triste, pero para nada
da pena. Anda recta, quizás por cuidar la espalda.
No podría conocerla. De hecho, me temo que nadie de la
plantilla lo hace. Pararé de observarla porque no averiguaré
más solo con mirarla.
Las dos chicas tienen sus rarezas. Ambas parecen
inofensivas. Con ello me refiero a que no me harán difícil
venir al trabajo cada día. Para mí, pasar horas aquí ya es algo
bastante complicado de por sí. Si me rodeo de gente que no
me gusta, se me hace muy pesado. Es por eso por lo que
intento clasificar a cada uno para saber lo mucho o poco que
tengo que alejarme.
Puede parecer que tenga un pasatiempo un tanto extraño,
pero la dinámica de trabajo me deja muchas horas muertas
entre tareas y yo soy un chico muy activo. Ya estoy deseando
que acabe la jornada y es mi primer día. Siento prisa, pese
a que no tengo nada que hacer al llegar a casa, más que
prepararme para el día siguiente.
A veces, me dedico a una afición particular. En mi habitación,
tengo una colección de noticias de accidentes en extrañas
circunstancias. Estoy haciendo un estudio sobre patrones de
comportamiento y cuándo se rompen. ¿Por qué? Porque ahí
es donde está la clave del misterio. Todo el mundo comienza
a liberarse cuando sale del bucle, sea para bien o para mal.
Los planes nunca se idean en la rutina.
Sobre todo, leo el periódico local porque las noticias
más misteriosas son ignoradas por los medios nacionales.
Seguramente, por su rigurosidad, pero mi curiosidad no
entiende de principios en estos casos. Quiero saber más y más.
A veces, me da igual si es verdad o no.
25