ANTECEDENTES
Desde mediados del siglo XIX, por toda Europa se extendió un nuevo odio contra el pueblo judío que reavivaba viejos fantasmas. Acusaciones de ladrones, diferencias religiosas y exclusiones sociales en general dieron lugar a casos tan conocidos como el juicio contra Alfred Dreyfus en Francia. Adolf Hitler, como muchos otros gobiernos europeos, supo vincular sus odios personales con la crisis económica que estaba pasando Alemania tras el Crack del 29. Los judíos se convirtieron en el enemigo al que odiar y culpar de todo.
Cuando Adolf Hitler ganó las elecciones en 1933, lo hizo explotando el sentimentalismo más descarnado al que se puede apelar en el ser humano. Las condiciones impuestas a Alemania con el Tratado de Versalles generaron una crisis en el país que solo se vio solventada gracias a la ayuda de Estados Unidos. Cuando el gigante americano cayó con el crack del 29, Alemania se vio sola, rechazando el modelo democrático de Europa occidental y temiendo la inmensa sombra que se extendía desde la Unión Soviética. El pueblo se lanzó a los brazos del partido nazi y su bigotudo mesías que prometía recuperar pasadas glorias mientras asentaba un sistema totalitario basado en un racismo y el odio contra, entre muchos otros, los judíos. Ese odio se vería plasmado a través del horror que supuso el Holocausto nazi.
04