EL HIJO DEL VIENTO El Hijo del Viento - Henning Mankell | Page 176
alto y corpulento, con un hilo de saliva mezclada con tabaco de mascar
corriéndole por la comisura de los labios. Soltó a Daniel y le propinó tal bofetada
que lo derribó de espaldas. Sanna intentó echar a correr, pero el hombre la
agarró del brazo. La golpeó con fuerza en la cara varias veces. La niña gritaba.
—¿No te he dicho que te quedes en el patio de la casa? Y resulta que te
encuentro aquí, con este monstruo demoniaco que nos ha traído Edvin.
Soltó a Sanna, que se apartó arrastrándose por el fango con las manos en la
cabeza, como si temiese una nueva descarga de golpes. El hombre miraba a
Daniel fuera de sí.
—Es subnormal —le dijo—. No sabe ni lo que dice ni lo que hace. ¡Es por
pura compasión! No tiene ni padres ni nada, pero la dejamos que viva en nuestra
casa. ¡Compasión pura! Pero la muy bastarda no hace lo que se le dice. Entonces
hay que pegarle. Eso suele funcionar. Al menos por un tiempo.
El hombre levantó a Sanna del lodo y la arrastró consigo colina abajo. La
llevaba bien agarrada del pelo. Daniel pensó que parecía una gallina camino del
matadero.
Después se dio cuenta de que estaba llorando. Era como si el dolor de Sanna
existiese también dentro de él.
Miró a su alrededor. Los campos estaban desiertos.
Tan solo habitados por los graznidos de los pájaros negros.