EL HIJO DEL VIENTO El Hijo del Viento - Henning Mankell | Page 168
había hecho con Alma. El corazón de la niña latía muy rápido.
—¿Qué estabas buscando? —preguntó Daniel.
—A veces oigo voces en el barro. Como si hubiese alguien prisionero ahí
debajo. E intento ay udarles. Pero nunca he encontrado a nadie. —La niña le soltó
la mano y escupió unas cuantas piedras—. Yo suelo masticar piedras. A veces
consigo que tintineen. Y tú, ¿masticas piedras?
Daniel negó con un gesto.
—Me llamo Sanna —dijo la niña—. Estoy loca.
Dicho esto echó a correr alejándose de allí. Daniel la siguió con la mirada.
Por primera vez desde que Padre lo abandonó sintió ganas de reír.
La niña corría por el camino.
Él se quedó mirándola hasta que desapareció.