EL HIJO DEL VIENTO El Hijo del Viento - Henning Mankell | Page 150

20 Tenían pasaje hasta Kalmar, pero bajaron a tierra la noche antes, en Västervik, cuando el barco atracó en Slottsholmen. Puesto que era de noche, Daniel no tuvo que ponerse las vendas en la cara. Mientras Padre iba a buscar a alguien que tuviese un carro, él se quedó vigilando el equipaje. Un perro vagabundo dio unas vueltas junto a su pierna antes de perderse en la noche. Caía una lluvia fina, pero no soplaba el viento. Poca gente subía o bajaba del barco. Surgió una disputa en la pasarela con un hombre borracho al que le negaban el acceso a bordo pese a que tenía el pasaje. Finalmente, se marchó maldiciendo antes de perderse en aquella oscuridad que parecía engullirlo todo. Daniel sentía la fresca brisa del mar. Arrastraba consigo el mismo olor que emanaba del agua la noche en que se adentró en el mar con la esperanza de morir. Aunque solo hacía unos días, lo recordaba como un sueño. Durante la travesía, Padre no había dicho una palabra. Observó un silencio que al final se endureció como una máscara sobre su rostro. Era un silencio que Daniel no era capaz de penetrar. No podía ni figurarse lo que Padre pensaba. De vez en cuando estallaba en llanto, pero eran ataques breves. Daniel esperaba. Y seguía sin saber dónde estaban o adónde iban. Durante el viaje, Padre no le permitió abandonar el camarote. Y nadie, salvo Padre, entró en él. Él le traía la comida y se llevaba después los platos vacíos. La primera noche hubo mucho oleaje y Padre se mareó y vomitó varias veces, mientras que Daniel permaneció en su catre imaginándose como un bebé que, envuelto en un pañuelo impregnado del perfume de Be, se balanceaba sobre su espalda. En alguna ocasión, el barco se bamboleó más de lo habitual al chocar contra una gran ola. Aunque también permanecieron anclados unas horas a la espera de que el viento amainase. Daniel oy ó mugir a las vacas desde la cubierta; y los lamentos de los pasajeros del camarote contiguo. Él, en cambio, se sentía totalmente tranquilo. Esperaba sin más. No podía comprender que estuviesen regresando por mar. La partida fue muy precipitada. Daniel soñaba con el aroma a carne asada cuando Padre lo despertó bruscamente.