EL HIJO DEL VIENTO El Hijo del Viento - Henning Mankell | Page 150
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Tenían pasaje hasta Kalmar, pero bajaron a tierra la noche antes, en
Västervik, cuando el barco atracó en Slottsholmen. Puesto que era de noche,
Daniel no tuvo que ponerse las vendas en la cara. Mientras Padre iba a buscar a
alguien que tuviese un carro, él se quedó vigilando el equipaje. Un perro
vagabundo dio unas vueltas junto a su pierna antes de perderse en la noche. Caía
una lluvia fina, pero no soplaba el viento. Poca gente subía o bajaba del barco.
Surgió una disputa en la pasarela con un hombre borracho al que le negaban el
acceso a bordo pese a que tenía el pasaje. Finalmente, se marchó maldiciendo
antes de perderse en aquella oscuridad que parecía engullirlo todo. Daniel sentía
la fresca brisa del mar. Arrastraba consigo el mismo olor que emanaba del agua
la noche en que se adentró en el mar con la esperanza de morir. Aunque solo
hacía unos días, lo recordaba como un sueño. Durante la travesía, Padre no había
dicho una palabra. Observó un silencio que al final se endureció como una
máscara sobre su rostro. Era un silencio que Daniel no era capaz de penetrar. No
podía ni figurarse lo que Padre pensaba. De vez en cuando estallaba en llanto,
pero eran ataques breves. Daniel esperaba. Y seguía sin saber dónde estaban o
adónde iban. Durante el viaje, Padre no le permitió abandonar el camarote. Y
nadie, salvo Padre, entró en él. Él le traía la comida y se llevaba después los
platos vacíos. La primera noche hubo mucho oleaje y Padre se mareó y vomitó
varias veces, mientras que Daniel permaneció en su catre imaginándose como
un bebé que, envuelto en un pañuelo impregnado del perfume de Be, se
balanceaba sobre su espalda. En alguna ocasión, el barco se bamboleó más de lo
habitual al chocar contra una gran ola. Aunque también permanecieron anclados
unas horas a la espera de que el viento amainase. Daniel oy ó mugir a las vacas
desde la cubierta; y los lamentos de los pasajeros del camarote contiguo. Él, en
cambio, se sentía totalmente tranquilo. Esperaba sin más. No podía comprender
que estuviesen regresando por mar.
La partida fue muy precipitada. Daniel soñaba con el aroma a carne asada
cuando Padre lo despertó bruscamente.