El gigante egoista y su jardin | Page 8

jardín. Corrió por el césped y se acercó al niño. Y cuando estuvo junto a él, su cara enrojeció de cólera y exclamó: - ¿Quién se ha atrevido a herirte? En las palmas de la mano del niño y en sus piececitos veíanse las señales sangrientas de dos clavos. - ¿Quién se ha atrevido a herirte? -gritó el gigante- dímelo. Iré a coger mi espada y le mataré. - No -respondió el niño- éstas son las heridas del Amor. - ¿Y quién es ése? -dijo el gigante. Un temor respetuoso le invadió, haciéndole caer de rodillas ante el pequeñuelo. Y el niño sonrió al gigante y le dijo: - Me dejaste jugar una vez en tu jardín. Hoy vendrás conmigo a mi jardín, que es el Paraíso. Y cuando llegaron los niños aquella tarde encontraron al gigante tendido, muerto, bajo el árbol, todo cubierto de flores blancas.