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El Fausto, la bruja y la fórmula para no morir 15
Cuando el empleado le indica que ya no tiene tiempo para visitarlo, ella replica que tiene una cita con Mr. Peter Dawson en la biblioteca del zoo.
Desde hace varios años, Dawson le ha proporcionado algunos libros antiguos relacionados con geología y zoología, pero hace unas semanas, recibió una extraña llamada de Dawson en la que le comunicaba que, por un golpe de suerte, había conseguido una edición original alemana del Fausto de Goethe de 1887, en letra gótica. Como sabía de su afición a los escritos de Goethe, pensaba que le podía interesar.
Cuando Natalia recibió su llamada, supo que valía la pena el viaje. Canceló sus citas y tomó billete para Glasgow. Debía estar a las cinco y cuarto en el servicio de documentación del zoo para encontrarse con su amigo. Ahora está ahí, a escasos metros de disfrutar de cerca una maravilla.
La entrada del zoo le trae recuerdos de su infancia, de cuando iba con sus padres a visitar los animales y, en especial, su pasión, los osos; le interesaban en especial los osos negros, pero al entrar también advierte la decadencia del lugar. El zoo está en horas bajas. Las protestas de los animalistas han ido entorpeciendo las subvenciones estatales y apenas la institución puede mantener las instalaciones.
Le han comentado que muchas jaulas y parterres han sido cerrados y que, incluso, últimamente, el zoo ha tenido que alquilar dependencias suyas a otras empresas.
Yendo hacia la biblioteca, recuerda que muy cerca se encuentran los fosos donde viven los osos negros. De niña había hecho muchas fotos a los osos. Con una cierta nostalgia, se acerca al foso y contempla con sorpresa a una madre oso con dos oseznos que están zambulléndose en el pequeño lago que poseen. No puede entretenerse más, ya que no quiere hacer esperar a su amigo.