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2 MODULO I T E M A CONOCEREMOS 1 : F O R M A R A L E S T I L O LA PEDAGOGÍA QUE UTILIZA JESÚS PARA FORMAR D E J E S U S A SUS DISCÍPULOS, COMO ITINERARIO PARA LA FORMACIÓN CRISTIANA Y DESCUBRIR EN JESÚS AL MAESTRO, CONTENIDO Y MODELO DE TODO PROCESO FORMATIVO. Toda formación cristiana tiene su fuente en Jesucristo vivo y resuci- tado. Sin una referencia a él, la for- mación podría ser humana, más no cristiana. Jesús es el Camino que habremos de recorrer, la Verdad que hemos de buscar y la Vida que alcanza- remos. Por ello, este primer tema nos invita a buscar en Jesús los fundamentos que iluminen la im- portante tarea apostólica que rea- lizamos: acompañar a otros en su proceso de formación. 1. LA FORMACIÓN CRISTIANA CONSISTE EN SEGUIR A CRISTO. Formación viene del latín formare y significa “dar forma”. Refiriéndonos a nuestra propia persona, supone de- jarnos moldear de acuerdo a algo o alguien. La formación abarca muchos aspectos de nuestro ser: la persona, las actitudes, los valores, los compromi- sos. Para los cristianos, la formación consis- te en hacernos cada vez más como Je- sús: “y aprended de mí, que soy man- so y humilde de corazón…” (Mt 11, 29b). “Aprendan de mí”, “sean como yo”, ¡he aquí nuestro programa de formación! La existencia cristiana consiste preci- samente en el seguimiento de Cristo, en responder al llamado de Jesús que dice: “¡Sígueme!” (Lc 5, 27b). La formación cristiana implica un cre- cimiento personal y comunitario por el que vamos adoptando los valores, las preferencias y los compromisos de Jesús y, va más allá de “saber” o “cono- cer” cosas acerca de Dios, la Biblia o la familia.. 2. JESÚS, MAESTRO, CONTENIDO Y MODELO DEL PROCESO FORMATIVO. Toda formación auténtica ha de ser cristocéntrica. Esto quiere de- cir que en el centro de la forma- ción encontramos esencialmente a una Persona, la de Jesús de Na- zaret. El fin primordial de la forma- ción ha de llevarnos a: “Comprender, junto con todos los creyentes, cuál es la anchura, la longitud, la altura y la profundidad del amor de Cristo “ (Ef 3, 18). En diversos pasajes del Evangelio, Je- sús es llamado “Maestro” (Mc 9, 5; 10, 51). Los discípulos y la gente lo reco- nocieron así y verdaderamente lo era. Él es Camino, Verdad y Vida (Jn 14, 6). Pero Jesús era un Maestro especial, diferente, ya que enseñaba con autori- dad ( Mc 1, 22) y con verdad: “Maestro, sabemos que eres veraz y que no te importa de nadie, porque no miras la condición de las personas, sino que enseñas con franqueza el camino de Dios” (Mc 12, 14). conocimiento, sino lo que el Padre le comunicaba: “..y que no hago nada por propia iniciativa; sino que sólo hablo lo que el Padre me ha enseña- do, eso es lo que hablo.” (Jn 8, 28b). Así, Jesús se convierte en un modelo para toda persona que quiera acompa- ñar a otros en su acercamiento a Dios. Más aun, él es el verdadero Maestro, lo demás (métodos, programas) son solamente medios. Es a él a quien co- municamos y, por tanto, es también el contenido. Al enseñar, Jesús no exponía su propio 3. FORMAR AL ESTILO DE JESÚS. Jesús empleó un estilo especial para formar a sus discípulos. Su pedagogía fue gradual y estuvo llena de sabidu- ría y de un conocimiento profundo de la respuesta humana (Jn 2, 25): “Subió al monte y llamó a los que él quiso. “Una auténtica propuesta de encuentro con Jesucristo debe es- tablecerse sobre el sólido fundamento de la Trinidad-Amor. La experiencia de un Dios uno y trino, que es unidad y comunión inseparable, nos permite superar el egoísmo para encontrarnos plenamente en el servicio al otro. La experiencia bautismal es el punto de inicio de toda espiritualidad cristiana que se funda en la Trinidad.” (DA 240) Cuando estuvieron junto a él, creó [un grupo de] Doce, para que estuvie- ran con él y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios” (Mc 3, 13-15).