Aún teniendo una larga lista de beneficios, Allerton no termina de estar conforme con la vida que lleva. El disfrute que le saca al sexo es breve (mientras dura); como un sacerdote célibe verdaderamente arrepentido.
¿Qué puede hacer? No existen afectos ni regalos que puedan hacerlo cambiar de opinión; en cualquier momento se irá, cuando ya no necesite lo poco que quiere de todo lo que Lee le ofrece.
Al menos acepta un viaje por Centroamérica donde estará junto a él durante varias semanas. Allerton no está tan entusiasmado como Lee por encontrar aquel ‘estupefaciente’ que según él permitirá la interacción por telepatía entre quienes la consuman, que andan buscando. Claro, Lee no está tan entusiasmado por esto, sólo halló una razón para que no tuviera hacia donde huir por un tiempo más, y, probablemente, maravillar a este muchacho que parece impresionarle e importarle muy poco lo que ocurre a su alrededor.
Lo que Allerton pueda sentir durante sus relaciones no podrá ser lo suficiente como para que saque de su cabeza las barreras que ha levantado contra la homosexualidad. Ser homosexual es vergonzoso, abyecto. Y por más que disfrute el sexo no podrá enamorarse, al menos abiertamente.
En Marica se desglosan fragmentos de una vida absurda, paradójica y cruel. El lado que todos ocultan es el que exhibe William Burroughs en su obra. Esta novela de un amor no correspondido e imposible no goza de la popularidad de Junky o Naked Lunch, sin embargo la historia que reúne a estos dos personajes en una situación como ésta, los trasfondos, moldes mentales, emociones, no le dejarán intacto.