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La vida en la obra: William Burroughs

Burroughs no pretendió ser alguien que no era. Más que eso no trató de ocultarlo y abundó sobre su personalidad en sus libros. De sus tendencias homosexuales se refiere en Marica como una marca que han llevado de generación en generación los Burroughs, la cual no quiso aceptar por un tiempo, pero una vez lo asimila y lo practica, ya lo incluye en su obra abiertamente.

Errando de antro en antro el protagonista Bill Lee cuenta los acontecimientos de su estadía en México y más adelante en otras ciudades de Centroamérica. Entre los mismos concurrentes de siempre en uno y otro bar conoce a Robert Allerton, joven y atractivo, a quien Lee no puede resistirse. Sin embargo, este joven trata sus relaciones de una forma más cerrada.

Lee, quien es el mismo Burroughs, busca la forma de mantenerse cerca de Allerton y coincidir con sus intereses. Le compra las bebidas que toma, compra un libro de ajedrez, ya que el muchacho improvisa un juego sin importar donde se encuentre.

La interacción establecida en un principio no parece bastarle a Lee. Sólo le habían dado sexo y él no quería quedarse allí. ¿Qué podía hacer? No mucho. Allerton dice no ser homosexual, tal vez bisexual, con muchas reservas y represiones. Lo había hecho por dinero. Lee estaba enamorado y quería tenerlo cerca e interesado por él. Obedece sus deseos y lo retiene aunque no sea de la forma más noble: decide a comprar su compañía, le ofrece alojo en su habitación, dinero y paga los gastos que puedan surgirle.

«Aquí el lado más vergonzoso (como casi siempre) resulta ser el más humano de todos... El perfecto cierre de un gran proyecto» (Andrés Barba, Letra Internacional).

Por Arthur Liberato