Gentileza de El Trauko
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facilidad, me parece que las otras cosas de que habla se aplican perfectamente a mí. He
aquí, poco más o menos, lo que escribe: una muchacha durante los años de pubertad, se
repliega en sí misma y empieza a reflexionar sobre los milagros que se producen en su
cuerpo.
Yo también noto esta sensación; por eso, en estos últimos tiempos, me siento
cohibida delante de Margot y de mis padres. En cambio, aunque sea más tímida que yo,
Margot no demuestra la menor inhibición.
Lo que me sucede me parece maravilloso; no sólo las transformaciones visibles de
mi cuerpo, sino lo que se verifica en mi interior. Aun cuando yo nunca hable a nadie de mí
misma, ni de todas estas cosas, pienso en ellas y las refiero aquí.
Cada vez que estoy indispuesta —sólo me ha sucedido tres veces— tengo la
sensación de llevar en mí un secreto muy tierno, a despecho del dolor, de la laxitud y de la
suciedad; es porque, a pesar de los pequeños fastidios de esos pocos días, me regocijo , en
cierto modo desde el momento en que voy a sentir ese secreto una vez más.
Sis Heyster dice también en su artículo que las muchachas de esta edad no están
muy seguras de sí mismas, pero no tardarán en reconocerse mujeres, con sus ideas, sus
pensamientos y sus hábitos personales. En lo que a mí respecta, como me encuentro aquí
desde alrededor de mi decimotercer año, he comenzado a reflexionar sobre mí misma
mucho antes que las otras muchachas, y a sentirme "persona". Por la noche, en la cama,
siento a veces una necesidad inexplicable de tocarme los senos y percibir la calma de los
latidos regulares y seguros de mi corazón.
Inconscientemente, tuve sensaciones semejantes mucho antes de venir aquí, porque
recuerdo que una vez al dormir con una amiga, tuve la irresistible necesidad de besarla, lo
que entonces hice. Su cuerpo, con el que ella siempre se había mostrado recatada, me
despertaba una gran curiosidad. Le pregunté si, como prueba de amistad, no me permitiría
palpar sus senos, haciendo ella lo mismo con los míos; pero mi amiga se negó. Cada vez
que veo la imagen de una mujer desnuda, como, por ejemplo, Venus, me quedo extasiada.
Me ha sucedido encontrar eso tan maravillosamente bello, que me ha costado retener las
lágrimas.
¡Ah, si sólo tuviera una amiga!
Tuya,
ANA
Jueves 6 de enero de 1944
Querida Kitty:
Como mi deseo de hablar de veras con alguien se ha vuelto por fin demasiado
fuerte, se me ha ocurrido elegir a Peter.
Más de una vez he entrado en su cuartito. Lo encuentro muy simpático. Pero como
Peter, por huraño que sea, nunca le cerraría la puerta a nadie que fuera a visitarle, no me
quedaba mucho tiempo, por miedo a que me juzgara fastidiosa. Siempre buscaba un
pretexto para quedarme a su lado, como casualmente, para charlar, y ayer se presentó esa
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