El diario de Anna Frank | Page 65

Gentileza de El Trauko http://go.to/trauko La consigna para estos casos es no abrir ningún grifo, y, por tanto, no lavarse, mantenerse quietos, todos organizados para las ocho, no utilizar el W.C. ... Consigna estrictamente observada. Los ocho habíamos dormido bien durante la noche, y nos alegrábamos de no haber oído nada. Sólo alrededor de las once y media el señor Koophuis subió a contarnos toda la historia: los rateros debían de haber abierto la puerta de entrada con una ganzúa, y forzado la puerta del depósito. Como allí no había gran cosa que robar, habían probado suerte con el segundo piso. Se llevaron dos cajitas que contenían 40 florines, tarjetas de traspaso de valores y, lo más importante, todos los bonos de azúcar, que representan una provisión de 150 kilos. El señor Koophuis piensa que estos ladrones y nuestros misteriosos visitantes de hace seis semanas —que, entonces, no lograron abrir las tres puertas— deben de ser los mismos. El incidente ha tornado de nuevo tormentosa la atmósfera, pero eso ocurre periódicamente en el anexo. Por fortuna pudimos salvar la máquina de escribir y la caja con el grueso de dinero que subimos a la casa todas las noches, para guardarlas en nuestro armario. Tuya, ANA Lunes 19 de julio de 1943 Querida Kitty: El domingo, el norte de Amsterdam fue rudamente bombardeado. Una devastación espantosa. Calles enteras en ruinas; llevará mucho tiempo retirar todos los cadáveres. Se han contado, hasta ahora, doscientos muertos y muchísimos heridos; los hospitales están atestados. Dicen que gran cantidad de niños andan perdidos buscando a sus padres bajo los escombros aún calientes. Me estremezco al recordar el rumor sordo y lejano que marcó para nosotros, el comienzo de esta destrucción. Tuya, ANA Viernes 23 de julio de 1943 Querida Kitty: Quiero contarte lo que cada uno de nosotros desea hacer en primer lugar, al salir de aquí. Lo que más agradaría a Margot y al señor Van Daan es meterse hasta la barbilla en un baño muy caliente, y quedarse en él por lo menos media hora. La señora Van Daan, antes que cualquier otra cosa, saborearía unas golosinas. Dussel no puede pensar más que en Lotte, su mujercita. Mamá en una taza de café. Papá, en visitar al señor Vossen. Peter, en ir al cine. Y yo me sentiría extasiad a al punto de que no sabría por dónde empezar. 61