El diario de Anna Frank | Page 62

Gentileza de El Trauko http://go.to/trauko Afortunadamente, no soy rezongona, pues me agriaría cada vez más y perdería para siempre mi buen humor. He decidido dejar un poco la taquigrafía, después de todo el tiempo que le he dedicado... Primero, para poder consagrarme mejor a mis otras asignaturas, y, luego, por mis ojos. ¡Otra calamidad! Cada día me vuelvo más miope, y hace tiempo que hubiera debido usar lentes —que me harán parecerme a una lechuza—, pero imaginarás que nosotros, para salir... Ayer, en toda la casa no se ha hablado más que de los ojos de Ana, porque mamá ha sugerido que fuera al consultorio del oculista acompañada de la señora Koophuis. Ante esta sola perspectiva, creí desmayarme. Salir... no es una tontería. ¿Puedes imaginártelo? ¡Salir a la calle! ¡Estar en la calle! Sería increíble. Al principio, sólo de pensarlo, me asusté mucho; luego, me sentí encantada. Pero no es tan sencillo como, parece. Esta decisión concierne a todo el mundo, y como cada uno de los interesados tiene algo que decir, no han podido ponerse de acuerdo inmediatamente. Todas las dificultades, todos los riesgos han sido pesados y sopesados, aun cuando Miep se haya ofrecido en seguida para acompañarme. Mientras, saqué del armario mi abrigo gris, pero me queda tan chico, que parece de mi hermana menor. Siento verdadera curiosidad por ver qué resulta del proyecto, aunque pienso que será abandonado porque, entretanto, los ingleses han desembarcado en Sicilia, y papá está una vez más persuadido de "un final próximo, y rápido". Elli nos confía, a Margot y a mí, una gran parte de su trabajo de oficina; eso le ayuda enormemente y a nosotras nos hace sentirnos útiles e importantes. Se trata de clasificar la correspondencia y de inscribir las ventas; todo el mundo puede hacerlo, pero nosotras somos muy concienzudas. Miep siempre anda agobiada como una muía de carga. No hace más que transportar paquetes. Casi todos los días recorre kilómetros para conseguir algunas hortalizas que trae en grandes bolsas atadas a su bicicleta. Cada sábado, fielmente, llega con cinco libros de la bibli